El fin de la fe

¿Puedes ver cómo los pájaros
picotean las flores de las ofrendas
que ahora no son más que cadáveres resecos?

¿Y puedes oler el perfume putrefacto de las velas
de las que sólo queda cera fosilizada
sobre dunas de polvo y vergüenza?

Porque el mundo ha perdido la fe,
dejando atrás las ruinas de una blasfemia
creada por el hombre para su propia destrucción.

Mientras tanto, yo oigo los susurros lánguidos del cielo,
que es más antiguo que cualquier Dios
y más puro.

Puedo besar las aguas que engendraron el Todo
con alas de Cosmos y esperma apócrifo.
Y toco sus miembros hechos con las voces de las nubes.

Porque fuimos nosotros quienes inventamos a ese Dios impotente
y luego enloquecimos venerando nuestra obsesión.
Nos pusimos en una bandeja sobre un lecho de rubíes mentirosos

y así, nuestra propia quimera creció.
Se convirtió en gusanos
y carcomió la escasa cordura que posee el ser humano.​

 

Me ha encantado su poesía, sin entrar en la fe, porque el hombre ha perdido hasta la capacidad de entrar o salir de la fe, por tan obnubilado que está con el oro. Un placer haber pasado y saludarla.

 

Muchas gracias por leerme y por su comentario. Me alegra que le haya gustado

 

Porque fuimos nosotros quienes inventamos a ese Dios impotente
y luego enloquecimos venerando nuestra obsesión.
Nos pusimos en una bandeja sobre un lecho de rubíes mentirosos

El ser humano crea y pervierte sus propios dioses, sus quimeras, pero olvida lo simple, lo esencial. Me ha gustado tu reflexión. Un abrazo.

 

Muchas gracias, Mariam. Un abrazo para ti también.