El fruto

La mano le dijo al fruto:

porque te quiero te mato,

y el fruto le dijo a la mano,

no me mates porque me quieres.


El brazo se dobló,

y la rama estaba quieta,

y la sangre ordenó al tórax,

que dijese al brazo,

que dijese a la mano,

que matase al fruto.

Y la savia no movió el tronco,

y la rama seguía quieta,

y el fruto moribundo.


Y los pies movieron las piernas,

para ayudar al tórax,

que quería que el brazo,

moviese la mano,

para matar al fruto.

Y las raíces indiferentes,

sostenían al tronco,

del que nacía la rama quieta,

patíbulo del fruto.


Pero las hojas del árbol

ondeaban al viento,

como el pelo

en la cabeza del hombre.

 

Al fruto no lo mataron, simplemente donó todos sus órganos. Saludos cordiales para ti, algebet.

 

Me ha gustado tu poema he interpreto que le ocurre lo mismo a las hojas del árbol que a los pelos de nuestros cabellos por que a veces ciertas decisiones recaen en los mas débiles osea que te doy un me gusta.

 

El fruto es feliz siendo devorado.
Las ramas necesitan expresarse.
Ése es el Derecho Natural: La libertad de expresión.
Por su parte, las raíces procuran el Derecho a la Intimidad.
Enterrándose profundamente.
Y el tronco, es un colega. ¿ Qué pasa, tronco ? Choca esos cinco...