El futuro

Cabe aclarar que no creo en las adivinaciones futuras, ni nada que se le parezca. Soy un escéptico incorregible.

Así de la nada, me llegó un correo electrónico al buzó de la empresa en donde laboraba en esos días. Lo extraño del correo era que provenía de una de mis tres cuentas personales. Al principio no le di importancia, pero esa sensación de que habían hackeado mi correo me tenía intranquilo. Unas horas más tarde, consulté el buzón de la cuenta de dónde provino el dichoso correo y empecé a buscar en la bandeja de enviados y no había nada, ningún rastro, borraron la evidencia. Chingaderas, pensé.

Mi experiencia en Sistemas Computacionales no daban crédito, luego mi lógica se vio desencajada por el Asunto del correo: El futuro apesta. Abrí el correo y en el cuerpo sólo estaban las iniciales JCM y un documento adjunto. El archivo tenía extensión .txt. Pensé en los virus que se transfieren por abrir archivos adjuntos y no lo descargué. Tampoco eliminé el correo. Una extraña sensación me invadió y cerré el correo y continué con mi vida y mis asuntos.

Le conté a Nora, mi esposa, lo del correo y la extraña sensación que me causó. No le des importancia a esas cosas, quizá es una broma de alguno de tus amigos, dijo para tranquilizarme. Tres días después, otro correo llegó, pero de otra de mis cuentas personales. El cuerpo con las iniciales y el archivo adjunto eran los mismos. El bromista, según Nora, debía conocerme perfectamente, ya que sabía que a la primera no le iba a hacer caso. Estaba decidido a borrar ambos correos y me detuve un instante. Era de noche, estaba en la mesa del comedor checando unos pendientes de la oficina por el Cierre Contable Mensual y decidí descargar el archivo de una buena vez. Lo escaneé unas diez veces y no tenía virus. El tamaño del archivo apenas tenía quince kilobytes.

Abrí el archivo y la línea inicial tenía una secuencia de veinte dígitos. No tenían sentido alguno. Luego fechas: dos dígitos para el día, dos para el mes y 4 para el año, separados por un guion corto. Las fechas estaban distribuidas de tal manera que parecían encabezados y debajo una serie de comentarios. En mi desesperación, quise ir al final del archivo y apreté una secuencia de teclas para ello y el cursor bajaba y bajaba y se incrementaban las hojas, hasta que colapsó el archivo y se cerró. Incrédulo volví a checar el tamaño del archivo y no había variado nada. Imaginé que no querían que viera el final del archivo por alguna situación que no entendía en esos momentos.

Me centré en la primera fecha: 04-03-2025. Era mi cumpleaños cincuenta. Carajo. Se me pusieron los pelos de punta. Debajo había una serie de letras que no entendía. En un salto de vista, me di cuenta de que era un tipo de encriptación que había inventado hacía unos años para enviarme mensajes con Nora. Trabajamos en la misma empresa y no estaban permitidos los matrimonios entre empleados por cuestiones de tráfico de influencias y fraudes. Lo extraño fue que nadie más conocía esa aplicación que desarrollé, o eso pensaba. Recordaba que ese encriptador-desencriptador lo tenía en uno de mis respaldos que estaba guardado en el closet del cuarto. Lo saqué sin hacer ruido para no despertar a Nora. La frase decía: La vida apesta y es mejor vivirla sin remordimientos. Tu incredulidad no te llevará a nada, pendejo, vas a morir. Un aire frío caló mi espina dorsal. Cómo broma ya era suficiente. Claro que voy a morir, pendejo, dije molesto para mis adentros, todos vamos a morir tarde o temprano. Borré los correos y el archivo. Chinga tu madre, quién quiera que seas, dije antes de apagar la laptop.

Dos meses después, me detectaron una rara enfermedad. Recordé el correo y le di la razón al bromista, que jamás supe quién fue: El futuro apesta. Y sí, voy a morir, eso es seguro, pero antes de los cincuenta.

 

Ha sido un gusto leer su prosa, me gustó mucho,
abrazos de colores

 

Agradecido por la mención!!

Abrazos cordiales.

 

Me alegra que hayas pasado por ellas y te hayan agradado.

Abrazos de regreso!!