El hombre sin sombra

Era una tórrida tarde de verano, con mucho calor, polvo y sudor. Un caminante se afanaba por llegar a un solitario pueblo que, debido al intenso calor parecía un fantasma agitándose en la lejanía.

- El hombre sin sombra -

Los pocos habitantes de aquél solitario lugar, sesteaban a la sombra en la plaza. El caminante entró en ella con la intención de beber agua en la fuente que se encontraba en el centro de esta. Aquellas gentes contemplaron con estupor que, aquél hombre.., ¡¡no tenía sombra!!. Por lo que se pusieron a comentar entre ellos esta curiosa situación. Uno de ellos, que se encontraba en el bar jugando una partida con una baraja, les dijo a sus compañeros de juego:
- Pobre hombre, debió perder su sombra en alguna apuesta. ¡¡Eso sí es tener mala suerte!!
Dos mujeres que estaban en la fuente llenando unos cubos, hablando entre ellas, se compadecían de él diciendo:
- Qué desgraciado debe de ser, ¡¡hasta su sombra lo ha abandonado!!
El caminante, ajeno a estos comentarios, cogió un vaso que estaba en la fuente y, llenándolo de agua, apuró un par de tragos con la intención de aliviar la tremenda sequía de su gaznate. Entre tanto, dos agentes de la ley que estaban haciendo la ronda diaria, decidieron acercarse al caminante con la intención de identificarlo. Mientras se acercaban, uno de ellos le comentaba a su compañero:
- Fíjate bien, ¡¡en cuanto te descuidas te roban hasta la sombra!!
Una vez que lo identificaron, uno de los agentes le preguntó:
- Y dígame buen hombre, ¿cuál es la causa de que no tenga sombra? ¿Acaso la ha perdido?, o por el contrario ¿se la han robado?.
El caminante, dejando de beber y mirando a su interlocutor, le respondió:
¿Sombra?.., ¿que sombra?