El hotel de tierra

El mendigo harapiento se dirige,
como todas las noches,
al viejo cementerio.

Se arrodilla bajo un árbol,
cava una fosa que crece bajo la luna impía
noche tras noche…
una boca que cobra vida (y tiene hambre).

El desdichado no parece cansarse,
por el contrario,
el tiempo que pasa lo llena de entusiasmo.

Antes de que el sol invada la oscuridad de la noche,
se tumba bajo el sauce y mira fijo al cielo
(a cada una de sus estrellas, pues ya las conoce a todas)
y entonces comienza a rezar,
con un brillo palpitante de esperanza en sus pupilas,
implorando por una muerte
que le ofrezca el descanso que tanto ha buscado en vida,
y nunca pudo encontrar…

Ahora quiere un hogar sólo suyo,
de nadie más,
uno que le pertenezca…
…que le permita descansar protegido del frío,
del ruido de las calles,
de la lluvia fría que lo enferma…

…un lugar sólo suyo,
un hotel de tierra nada más que para él,
pues siente que va a morir,
y divaga embriagado por la esperanza
de poder tener en la muerte
algo más de lo que tuvo en vida.

 

se siente la rugosidad de la tristeza contigo

 

Je je je... y sí, soy una persona triste con momentos de alegría, que cuando llegan incendian mi alma de placidez.
Gracias Rodolfo, amigo lector.

 

De la locura al realismo crudo, me encata tu poema que como voz llena de melancolia, como siempre un gusto estar entre tus versos

 

Niña me imagino tu hotel de tierra es un ataud y porsupuesto sumergido en la tierra en el cementerio y quizas disfrute la muerte mas que la vida me ha ecantado bastante tu escrito gran poetisa un saludo y besos.

 

El gusto es mío de tenerte junto a mí, entre mis versos, en mi perfil.
Gracias, amigo, me encanta compartir mis letras contigo.

 

Gracias Francisco... el hotel no es muy "lujoso", je je... pero tiene lo que él necesita... con éso es suficiente.
Un gusto encontrarte por acá.