EL INDEMNIZADO (Tragedia ejemplar en alejandrinos)

A don Omar Moscoso, un cruel y aciago día,
dos veces, por lo menos, le atropelló el tranvía.
Perdió un diente, dos muelas, tres uñas de los pies,
y le quedó un ceceo de lo más cordobés.

Mas, con todo y con eso, por el choque violento,
le giraron un cheque desde el Ayuntamiento.
¡Y era un cheque maldito, era un cheque endiablado!
¡Le cogió Omar el gusto a ser indemnizado!

Empezó resbalando sin jugarse la vida
-Se sacaba, de media, sus cien mil por caída-
Ya cansado del polvo de las duras aceras,
se atrevió a accidentarse al bajar escaleras.

Lo abultado del monto de su cuenta corriente
le iba haciendo fogoso, le iba haciendo valiente.
Cardenales, en Roma no hubo tantos jamás...
¡Era un cónclave, el pobre don Omar, por detrás!

Acechaba Moscoso en los pasos de cebra:
“Si el camión del butano una pierna me quiebra,
me darán, como poco, dos millones y medio...
Si es el brazo, algo menos: Un millón, de promedio”.

Por encima, una tarde, le pasó un autocar.
Le dejó convertido en papel de fumar.
Mas, partió satisfecho de esta vida mortal...
pues Transportes Fernández sufragó el funeral.


Saludos, desde España, de Monsieur de Sans-Foy.
Mis versos, en Zapaterías Rimadas