El juego de la vida

El silencio, como un lobo en asecho,
recorre hambriento las calles vacías,
buscando algún desecho humano
en quien hincar el diente,
en el páramo que es ahora la ciudad dormida
Aúlla una ambulancia, febril, por la avenida,
como si se apurase por salvar una vida,
mientras que los que la oyen saben que también esta noche
otro pobre desgraciado abandona la partida.
Como sombras deformes y con ojos estrábicos
que les dibujan unas pocas luces encendidas
los edificios albergan en sus sufrientes entrañas
a miles de ex-hombres que duran otro día.
En sórdidas piezuchas, más cuevas que viviendas,
se juega nuevamente el juego de la vida,
de un lado alcohol, coca y todas las pastillas;
del otro el desamparo, el dolor, la apatía,
y en el medio tan solo un alma desvalida.
Alguna radio pone canciones de otros tiempos,
de cuando era posible, aún, la alegría;
pero llegó "el progreso" y todas sus miserias
y hoy los ricos viven en sus barrios privados
mientras el resto de nosotros apenas sobrevive
hasta que la ambulancia venga por nuestros huesos.