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el káiser ordena

Tema en 'Fantásticos, terror, ciencia ficción...' comenzado por hank, 30 de Agosto de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 573

  1. hank

    hank Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2011
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    Era de noche y pasaba un cometa
    Todos decían que sería fácil verlo
    Desde lo alto de la montaña
    Con los ojos clavados en el cielo.
    Subimos junto a un noble káiser
    Que conocía bien el camino cierto
    Olía todo a cada paso en cada árbol
    Dejaba también su huella indeleble
    Como un tibio rocío de la mañana.
    Sus ojos eran nuestros ojos
    Y sus blancas y musculosas patas
    Eran nuestro guía en la penumbra.
    Pasamos por cascadas de acero
    Centelleantes entre las hojas negras
    Él paró a beber y refrescarse
    Y nosotros tiritábamos y reíamos.
    Dio la orden de continuar hacia la cumbre
    Con más fuerza aún con un afán desproporcionado
    Con la boca jadeando y salivando entre los dientes.
    A mitad de camino desfallecía el más débil
    Sometido por los avatares del sendero
    Rendido e indefenso entre la cruel naturaleza
    Oyendo el crepitar de las lunas muertas.
    Pero el káiser, incólume intacto indiferente
    Desafiando las inclemencias de los dioses
    Imperturbable en su loca empresa
    Arriba cada vez más cerca y más arriba.
    La fatiga hizo presa de nosotros
    E imploramos un pequeño descanso
    El noble amigo se sentó y se quedó mirando a lontananza.
    Era un descampado muy acogedor
    Con mullidas hierbas de unos treinta
    Centímetros de largo como un colchón verde inmenso.
    Nos sentamos en círculo y fumamos
    Unas hierbas encantadas y delirantes
    Manchas lácteas de fugaces humos
    Entre la negrura de la bóveda cósmica
    Locas carcajadas en la noche fantasías
    Que se volvían realidad entre fogones
    Inmemoriales y llenos de tierra.
    Caras iluminadas por los astros
    Y por los ojos rojos de los perros
    Que se encienden entre nuestros ojos.
    El viento del monte azotando los cuerpos
    Golpeando con rudeza los rostros secos
    Los labios resquebrajados por la sed
    Las manos agrestes de los campos
    Y el káiser aullando a la luna
    Enamorándola como a una perra.
    Los deliciosos manjares del sueño
    Llegaron para quedarse entre nosotros
    Las níveas centellas de los pantanos
    Y la amarilla palidez de los páramos
    Sucumbieron ante la brutal potencia
    Ante la indiscriminada tenacidad
    De los deseos irrenunciables.
    Morfeo acogía entre sus dulces brazos
    A todos menos al noble animal.
    Mientras el uno soñaba con mujeres desnudas
    Corriendo sobre verdes prados
    Bañadas por la energía vital del sol
    Pieles sudando y estremeciéndose
    Entre profundas y sabias voluptuosidades.
    Otro soñaba con cometas azules
    Navegando entre pacíficas galaxias
    Deslumbrando tras su paso agigantado
    Las estelas de los demás sueños
    Insinuándose entre planetas etéreos
    Y rozándose en cada átomo entre
    Las partículas de los polvos universales (y los orgasmos cósmicos).
    Y otro más corría desesperado asediado
    Por una jauría de perros hambrientos
    Entre una plantación de marihuana
    Los perros le dieron alcance y uno le mordía de los huevos
    Otro le asestaba un colmillo en el ojo del culo
    Uno más le arrancaba la nariz de un mordisco
    Y cuando el más grande estaba a punto
    De atraparlo por la garganta como a una presa
    Los ojos del káiser brillaron y un ladrido
    Nos despertó a todos de un salto al cielo.
    A nuestro humilde aposento habían llegado
    Hordas de cuadrúpedos cornudos manchados
    De la tenue sombra de los eucaliptos
    Con ganas de devorar nuevas exquisiteces
    Sobre las cuales habíamos depositado nuestros traseros.
    El gran compañero plateado por la luz de la luna
    Arremetía inclaudicable con solvencia
    Justo en cada ataque en cada instante de riesgo
    Desafiando los sables de los enemigos
    Las horripilantes fauces de los asesinos
    Los tenebrosos embistes de sus dagas de metal.
    La madrugada se tornó una pesadilla insalvable
    Una marejada de gritos destemplados
    Y rechinar de dientes y rodillas temblorosas
    Y sudores y fiebres y males y dolores perfectos
    Y repulsivas imágenes de cuerpos descuartizados
    Vómitos de sangre y vísceras colgantes
    Como si de una guerra encarnizada se tratara.
    Huimos de la carnicería selvática
    Hacia paisajes menos violentos
    Por las orillas de una playa de cristal
    Con los sonidos de los tambores y las trompetas
    De los belicistas todavía retumbando en los oídos.
    El consumo de nuevas sustancias que nutran
    Nuestros cuerpos y nuestras mentes
    No tardó en ser una orgía de sabores
    De olores de colores de aromas milenarios
    De plátanos inmemoriales de papas históricas
    De polvos elaborados con soles y vientos perennes.
    El alba nos sorprendió entre gulas y vanidades
    Entre envidias odios y deseos carnales
    Erecciones planetarias y pajonales a cincomilmetrosdealtura.
    La cumbre ya estaba a nuestra vista
    Y el parcero fiel irrumpía la soledad de la naturaleza
    Con ladridos incontenibles que se derramaban
    Entre el silencio puro de la mañana
    Temblaban los arenales las cruces de palo
    Se estremecían con el eco del vacío
    Las ráfagas de pétalos de piedra
    El horizonte imponente ante las pupilas
    La lengua por fuera y la cola meciéndose
    Con los truenos de las tempestades.
    Uno a uno fuimos llegando a la punta
    De filosa y concreta majestuosidad
    Un frío azul traspasaba las cabezas
    Y los corazones saltaban en roja armonía
    Pero los cerebros mantenían la calma
    El indescriptible placer tiene límites
    Sin todavía deleitarnos con el premio
    Y sin probar aún las mieles de la victoria
    La orden del káiser fue implacable severa
    El camino de regreso era la prioridad uno.
     
    #1

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