El letargo amado y el veneno.

Oh mi amada, tu piso es tan alto pero aún te veo...
Desde lo más profundo de arbustos y zarzas de invierno;
el marla se vuelca en su propia sinfonía divina y son
para poder admirar con ojos bonitos tu innegable amor.

Amor que prolifera y trasciende realidades,
amor tímido y desarraigado que se marca en tu carne;
tantas imágenes vienen a mi cuando peinas tu cabello
tantas ideas y fantasías traídas del mismo infierno.

Abres la puerta, y yo me escondo entre malezas,
mientras las rosas cortan mi piel y proliferan
en diferentes tonos cual gama, diferentes trazos
dibujando mapas extensos en mi rostro, un oleo olvidado.

¡La sangre en mi rostro solo es una marca de verdades!
con las que recordaré mi obsesión con tu rostro adorable,
sangre que navegará como un navío mis labios
la marea alta, el mar rojo, y mi hinchazón de tedio.

Y mientras tu caminas con júbilo y cariño,
yo desearé acariciar tu rostro divino
con el frío silente del metal amargo
observando tu belleza inerte de letargo.

Pero mi pasión va más allá de fantasías,
y con amor yo escribo sin parar esta letanía
a Dios y a los ángeles del edén
porque en esta noche el veneno en tu cuerpo inocularé.