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"EL LORD Y EL PILLO"

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por José Luis Mendoza, 14 de Julio de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 332

  1. José Luis Mendoza

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    "EL LORD Y EL PILLO"

    Por José Luis Mendoza

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    Esto se convirtió en un chiste familiar que solían contar los mismos protagonistas. La abuela era una anciana muy perspicaz a pesar que no sabía distinguir una o de una u, pero el sazón de su cocina y la suavidad de sus arepas y ese misterioso buen café que hacía eran lo mejor de todo el mundo. Cuando reprendía a alguien o contestaba algo que no le gustaba su verbo era lacerante con expresiones de tan alto nivel que muchas veces había que consultar el diccionario para entenderlas.

    Había dos jóvenes muy honestos, trabajadores, simpáticos, familiares y de muy buenos sentimientos. Ellos estaban, cada uno por su lado, enamorados de dos nietas de la anciana. Uno de ellos vestía a la ocasión de flux y corbata porque era empleado en una empresa que le exigía esa vestimenta. El otro tenía una tipografía (imprenta) y siempre en su trabajo usaba una braga con más de una mancha de tinta, por supuesto muy visibles. Pero sus ingresos eran muy buenos, bastante elevados. Eran vecinos y la comunicación y las visitas eran frecuentes. Podría decirse que vivían en la misma cuadra y entraban y salían a cada rato de la casa de la abuela, con más frecuencia el manchado de tinta, porque el otro joven tenía que cumplir estricto horario de trabajo.

    La abuela, con su corta y difusa visión, cuando entraba a la casa el joven impresor hacía una mueca y expresa: ¡uf! ya llegó Elpillo…pero en la tarde cuando llegaba el otro joven su visión era más tenue y opaca pero lo distinguía entre reflejos y mascullaba: ¡uf! ya llegó el-lord…esto causaba risa reprimida para no molestar a la abuela.

    El padre de las niñas tenía una casa en una zona rural cerca de una gran ciudad turística. La vivienda estaba muy bien equipada con nueve habitaciones y todas las comodidades y tenía terrenos anexos usados para la agricultura. Para muchos era un viaje de ensueño visitarlo.

    A las niñas se les ocurrió un fin de semana ir con sus novios. Hubo fiesta hasta el amanecer, parrillada, música con Karaoke. Luego sancocho y turisteo por la ciudad distante unos 40 minutos. Todo fue alegría una gran felicidad familiar.

    Pero lo novios quedaron impresionados, tan impresionados, que desde de ese momento empezaron a tratar al suegro mejor que a sus verdaderos padres. Lo creyeron muy rico, millonario. Para ellos era un ser muy especial, alegre, simpático, conversador y lo consideraban ilustrado.

    Pasaron muy pocos años…ya casados, los jóvenes crearon ellos mismos sus leyendas. Lo dicen cada uno por su lado, pero dicen lo mismo, porque han sido y son como hermanos, se quieren mucho, se sienten muy unidos aunque estén en países separados.

    Yo me casé – dice El Lord- porque creí que el viejo era millonario y tenía muchas haciendas. Igual expresión tiene muchas veces El Pillo, quien hasta el último momento estuvo pendiente de la abuela y siempre le llevaba algún regalo y hasta cajetillas de cigarrillos de los cuales la abuela era adicta.

    Lo que nunca entendió la abuela era que El Pillo tenía mejores ingresos porque era un próspero empresario y El Lord vivía de un ajustado salario proveniente de la empresa para la cual trabajaba y que requería buena presencia y vestimenta de representación.

    Hoy los dos no tan jóvenes están fuera del país, en naciones diferentes. El Lord con su esposa y sus hijos (hembra y varón) tiene una empresa de pintura y reconstrucciones y con él El Pillo aprendió ese trabajo y fue a parar a otro país con su esposa y sus dos hijas, ya casadas, donde tiene su firma registrada en el ramo de la pintura y la reconstrucción.

    El suegro “millonario” está en el país malviviendo con una miserable pensión de Salario Mínimo que ya no alcanza para comprar casabe, como sustituto de la arepa, porque no hay Harina Pan. El anciano suegro se pasa cada día contando con los dedos los doce años que le faltan con la ilusa esperanza para llegar a CENTENARIO.

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    José Luis Mendoza
     
    #1

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