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El malecón de La Habana

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Dr Jose Roberto Hernandez, 15 de Enero de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 413

  1. Dr Jose Roberto Hernandez

    Dr Jose Roberto Hernandez Poeta asiduo al portal

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    El malecón de La Habana


    El malecón de La Habana es un simbólico lugar que ha cumplido muchas funciones a lo largo de su existencia; todo esto según lo que he podido leer, pues no tuve muchas oportunidades de conversar sentado en su lomo a pesar de tenerlo cerca por más de un lustro.


    Tampoco tuve la oportunidad de mirar al horizonte perfecto en una puesta de sol con algún amor a mi lado, porque de hecho no coincidieron en mi vida: La puesta de sol, el histórico malecón y un amor al que abrazar mirando al mar.


    Pero...Si..., estuve un par de veces..., les juro que solo un par de veces.

    Recuerdo que me daba miedo sentarme al borde externo del muro;...Al rato, disipaba esos temores y lograba colgar mis pies fuera de la isla, no sin dejar de aferrarme al poroso concreto que bordeaba esa parte de la ciudad.


    La primera vez, una hora después de asegurar mi espacio dentro del borde habanero, comencé a meditar mirando al horizonte y maldiciendo a los que una vez decidieron que la tierra era redonda.


    Las olas rompían sonrientes contra el arrecife y en su vaivén tejían una perfecta danza que alcance a pensar era solo para mí.


    Cuando me sentí un privilegiado espectador, agregue un par de cangrejitos de rocas y unas ciguas a mi ensalada espiritual.


    Esta primera vez me sentí...coño, más habanero que nunca. La brisa me hacia reír y la perfección de estar allí, me estimulo para volver en tiempo invernal quería encarar de primera mano la bravura de las olas invadiendo la avenida, tratar de volver a ocupar mi asiento en el espeso concreto y ver qué tipo de poesía me podía regalar la soledad, el malecón sin sol y el mar rugiendo en olas en una ira de celos singular.


    Me cubrí una y otra vez de las aguas que volvían y volvían a golpear, probé el genio del salitre y esta segunda vez le pregunte al mar: ¿Por qué de tanta delicadeza en los veranos y tanta música en primavera, para cada año colerizar los otoños, los inviernos y luego volver atrás?


    El inmenso me contesto que era celoso y que su enfermedad era espiritual, me explicó que los peces le contaban chismes de su Habana...La ciudad. Cada vez que el sol se solía ausentar y año tras año al darse cuenta de las mentiras de los peces que le hacían sentir mal, se los ofrecía a los pescadores....Un poco por venganza y otro poco por humildad.


    No le importaba que los habaneros no supieran siquiera pescar, no tuvieran los avíos, ni el tiempo para conversar. El mar se vengaba de los peces, el invierno y su malestar, alimentando a La Habana con un par de peces, una guitarra y alguna que otra ola más.

    Vampi
     
    #1
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