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El manifiesto

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ivoralgor, 12 de Junio de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 410

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Era un mañana de Junio, eso lo recuerdo bien, cuando estaba hasta la madre de todo. El país, con su nuevo gobierno y su cuarta transformación, se estaba yendo directo a la chingada con las ineficiencias del Presidente y su poco conocimiento del que hacer financiero, ya no digamos el político. A duras penas hilaba las pocas ideas cuando declamaba algún discurso o le preguntaban sobre algún problema reciente que hundía un poco más en la mierda su gestión. No se cansó de culpar a sus antecesores,- justificaciones pendejas. Su gabinete se descomponía, mucho de ellos renunciaron a su cargo por todas las irregularidades y recortes de presupuesto, llamada austeridad republicana, - otra de las muchas mamadas que no ayudaron en nada al país,- además de la creciente inseguridad en todo el territorio, nadie se salvó.

    Los bancos incrementaron las tasas de intereses, las exportaciones se vieron mermadas y los gasolinazos iban en aumento, - cosa que prometió desaparecer en su campaña el otrora electo Presidente. Prometer no empobrece-, el sector privado, reaccionando a tales eventos, recurrió a los despidos para afrontar la incertidumbre en el mercado y la debacle en el poder adquisitivo de los compradores. Varias firmas trasnacionales se llevaron sus fábricas a Sur América. El empobrecimiento del país estaba latente y hasta las calificadores, como Fitch, desahuciaron al monstruo negro, PEMEX. La soberanía del país estaba en su punto más crítico.

    Aunado a todo lo que vivía el país, mi endeudamiento personal igual se fue a la mierda. Tenía empeñado hasta el culo en los bancos con sus tarjetas de crédito y préstamos personales. Uno de los bancos me incautó el Jetta que tenía en ese entonces y me vi en la necesidad de utilizar el transporte público, cuyo costo incrementaba por los gasolinazos. Mis hijos pasaron de estudiar en escuela particular a la pública; mi esposa, maestra de primaria, se vio en la necesidad de laborar un segundo turno en otra escuela. La empresa donde trabaja congeló los incrementos y ascensos y mi jefe chinga y jode con los objetivos para cumplir. Trabajé días festivos, horas extras, fines de semana sin recibir un quinto extra en mi salario. Hay que hacer méritos, ponerse la camiseta, decía el hijo de puta. Hasta la madre, como estaba, encendí mi laptop y me puse a escribir un manifiesto, salido de mis entrañas convulsas y mis rencores atroces. Si buscan bien, lo podrán encontrar en la web. No surtió ningún efecto en nada, ni nadie; sólo fueron palabras de un dolido perdedor. ¿Cómo iniciaba? Ya me acordé:

    <<Encendidas las llamas de este infierno llamado miseria, escribo lo que le duele a todo el país, pero que pocos han tenido la suerte de cambiar esa ideología mediocre y hacer de éste un cambio notorio y palpable. Este presente manifiesto es para declarar mi inconformidad con toda aquella persona que me ha jodido la vida e igual agradecer, porque igual uno debe ser agradecido, a todos los que me ayudaron en este tortuoso camino que se llama vida.

    Primera.- Lamento la hipocresía, y poca ética, de la política que hoy nos rige. Salvo contadas excepciones, todos son una bola de mediocres políticos que hunden cada vez más al país. Su enanismo mental nos está llevando a coyunturas por demás críticas y, en suma, peligrosas. No olvidemos las múltiples manifestaciones, pacíficas y violentas, que hemos vivido en estos últimos años de gobierno, si se le puede llamar de esa manera. Tengan un poco de conciencia y memoria histórica. Se hace poco o nulo caso a esa historia tan trágica que pesa sobre nuestras conciencias corrompidas. El fin del hombre no es enriquecerse, pero parece que si lo fuera, así como joder al semejante para tal fin.

    No me dueles México, me cagas la madre. Somos buenos para unas cosas, pero pendejos para otras más trascendentales. Harto estoy de escucharte aullar por el cambio climático, los derechos de la mujer, la tolerancia, la diversidad de género, los derechos humanos, la discriminación, la inequidad en la distribución de la riqueza, maltrato animal y tantas otras situaciones igualitarias. No se trata sólo de manifestarse en contra o favor, se trata de generar conciencia en uno mismo para realmente aceptar el cambio; tampoco de asentir que estás errado y con eso se soluciona el problema. Se requiere un cambio de mentalidad, de ideología, de costumbres, que no llevan uno, ni dos años, nos puede llevar mucho más que eso. Debemos empezar desde la cuna, en los primeros cimientos de la niñez y afianzarlo en la adolescencia para llegar a buen puerto en la edad adulta. El que crea en un mundo feliz está muy pendejo: no existe lamentablemente. Lo que si existen son los buenos ciudadanos formados desde el vientre materno.

    Segunda.- Agradezco a mis contados amigos, realmente eso son, amigos, son familia. Si alguno, un día de éstos, me pide que venda el culo, sin dudarlo lo haría. Esos que no se dejan influenciar por comentarios maliciosos porque saben realmente quién y cómo soy. Gracias por las pláticas enriquecedoras, las bebidas espirituosas, las anécdotas, los n-mil sarcasmos, las palmadas en la espalda, las múltiples mentadas de madre por algo mal hecho por mí, la distancia y silencios surgidos por motivos ajenos a nuestra amistad, esa risa franca en los reencuentros, la camaradería, los malos momentos, los funerales, los cumpleaños, las bodas, los divorcios, reuniones después de salir de oficina. Gracias por coincidir y enaltecer este vínculo que no une. ¡Salud!

    Tercera.- A la familia ausente, a los que aún siguen vivos, los olvidados, los incómodos, a todos ellos un fuerte abrazo. Los que conviven conmigo casi a diario les debo mucho y las palabras resultan banales antes el aprecio y amor que les tengo. Saben de lo que soy capaz y de lo que no, aunque jamás se termina de conocer a una persona, ya que inevitablemente cambia con el transcurrir de los años. Un te amo nacido del alma para mi esposa, cuya tarea no ha sido nada fácil viviendo con un ser como yo, lleno de defectos. A mis hijos, el motor de mis días, un consejo: sean empáticos, prácticos, condescendientes, respetuosos y, sobre todo, buenos seres humanos. La perfección no existe, sólo los momentos que nos dejan un algo de felicidad y que se convierten, pasado el tiempo, en vivencias entrañables.

    Cuarta.- A los directores y gerentes de la empresa, olvídense de esas métricas de primer mundo, somos un país tercermundista con empresas que quieren ser de primer mundo. Falta mucho para eso, pero se vale soñar. Aterrizar esas ideas es lo complicado del asunto. La solución no es tener muchos gerentes, salvo honorables excepciones, que no sirven para un carajo, no hacen el trabajo sucio, sólo sirven para lamerse los huevos unos a otros. Se requiere explotar la experiencia de los empleados curtidos en la misma empresa. Son testigos de los fracasos con gente que se ha vendido con sofisticadas cartas credenciales y no han dado resultados. No se puede cambiar una ideología por ósmosis, no sean infantiles, mejor dicho, pendejos. Están cayendo en lo mismo que promueve el gobierno con respecto a la educación pública del país: implementar programas sofisticados traídos de primer mundo y por la falta de infraestructura y capacitación a los docentes se va todo al carajo. Ahora, lo estoy viendo venir, esos disque geniecillos dirán que pura mamadas estoy escribiendo, que no sé de decisiones de alta gerencia y de negocios internacionales. No se trata de ser muy genio para entender la mentalidad de los inversionistas: nadie invierte para perder. Pongamos como ejemplo, sólo como ejemplo práctico, lo siguiente: se despide a un par de empleados que han laborado por más de diez años en la empresa, que conocen de cabo a rabo las funciones que les tocó ejercer con cabal desempeño y en su lugar crean una gerencia, cuyo gerente no tiene ni las más puta idea de lo que tiene que hacer. No se trata de crear por crear, ni despedir por despedir, sino de equilibrar las responsabilidades y remar para el mismo lado, ya que estamos en el mismo barco. Una empresa crece a la par que su gente, un binomio irrompible. Qué nos haga justicia la revolución a todos, sin excepción, en el tiempo justo.

    Quinta.- A los jefes, no le hurguen el culo a ningún empleado. Si ya no son requeridos sus servicios, tan fácil es decirle eso, sin inventarse pretextos absurdos y pendejos, ni calentamiento de huevos, y vejaciones, tratando de desquitar su frustración personal, porque cuando te va a llevar la chingada, hasta en tu hamaca. Honestidad ante todo. No traten de tapar el sol con un dedo, no somos estúpidos, ni autómatas; tenemos visión, sentimientos, orgullo y pasión, así que no jodan sólo por deporte. Sabemos, la gran mayoría, que cuando hay que apretar tuercas, las apretamos y cuando se debe sudar la camiseta, la empapamos. Qué poca madre cuando saludan con sombrero ajeno; honor a quién honor merece. Capacitación en procesos prácticos y de valor, y no hablo del valor monetario, más bien del valor humano. Tampoco necesitamos una vigilancia férrea, que ya hasta nos quieren pesar la mierda cuando vamos a cagar. Recuerden que somos adultos y tenemos responsabilidades que cumplir, unos más tardes que otros, pero se cumplen.

    Sexta.- Compañeros, los pedos personales se quedan en casa. Las enemistades están en la mente de cada uno. No te hablé por estar distraído, ya soy el enemigo número uno de la empresa; cuchicheé algo con alguien y en ese momento pasabas y nos reímos, ya no soy santo de tu devoción. Escuchaste algún comentario que dañaba mi reputación e imagen, soy el peor ser humano del planeta. No saques conclusiones con meras habladurías y especulaciones de gente mal intencionada. Si fuera monedita de oro, pero nadie lo es, así que habrá gente con la que hagamos click y nos llevemos de poca madre, así como habrá con quién ni cruzamos palabra alguna. Somos humanos y tenemos el poder de decidir con quién estar y qué relaciones entablar en la oficina, somos libres, carajo. Tampoco seas un mojigato o lamentable traicionero; ten los huevos bien puestos para decir las cosas de frente y si no tienes nada bueno que decir de alguien, es mejor que te quedes callado. El silencio y la prudencia son de sabios. No mezcles asuntos laborales con los personales, son dos cosas diferentes. Te puedo apreciar como amigo fuera de la oficina, pero si tu trabajo dentro de la empresa entorpece en algo al mío, claro que te lo haré saber, con buenas maneras al principio, pero si no se corrige, será a putazos. No juzgues sin tener el panorama completo porque siempre habrá varias versiones de la misma historia, cada uno contará cómo le fue en la feria. Eres amante de fulanita, te vas de peda con sotanito, se la mamas a perenganito, qué coños te importa, te debe valer madres, es su vida personal y sabrá cómo guiarse en ella. Realiza tu trabajo lo mejor que puedas, respétate y respeta a los demás. Somos arrieros todos y en el camino andamos.

    Séptima.- Si quieres mentarme la madre, hazlo de frente y con argumentos bien fundamentados porque si no es así, te irá como en feria. No lo tomes como amenaza porque no suelo amenazar a nadie, soy gente pacífica, pero si me colmas un huevo vas a conocer al diablo en pelotas. Quieres saber qué y cómo pienso, ten una plática seria conmigo para despejar tus dudas y no te dejes llevar por rumores. Aclaro, soy el hombre más imperfecto que te puedas imaginar, aunque mi carcasa aparente lo contrario o intenta aparentar lo contrario y muchos, a hurtadillas, se reían de mí. Culeros.

    Octava.- ¡Qué viva México, cabrones! >>

    Al terminar el manifiesto me sentí aliviado, con un peso menos de encima. Esperé un par de semanas para releerlo y tener el valor para publicarlo en mis redes sociales. No encontré el valor en eso días. Un viernes por la mañana, posterior a que me entregaran un reconocimiento de diez y ocho años en la empresa, se acercó una chica de Recursos Humanos y me dijo que ese era mi último día en la compañía. Pasas conmigo, antes de finalizar tu jornada, me dejas tu laptop y el lunes pasas por tu cheque de finiquito. Sentí que se me subió la puta presión arterial. Me quedé en shock unos eternos instantes. No sabía si reír o llorar. Te pasa algo, me preguntó mi compañera. Me acaban de despedir, murmuré. Hice cuentas y lo que me iban a dar de finiquito cubría sólo el ochenta por ciento de mis deudas. Lo peor sería darle la noticia a mi esposa, ya que estábamos en los preparativos de los quince años de mi hija. ¡Puta madre! Le presté a mi amigo Jean un disco duro externo y copié mis cosas personales: fotos, música, libros en PDF, recibos de pagos, documentos varios, etc. Estaba en eso cuando vi el manifiesto. Sería el golpe maestro, mi despedida. Abrí el correo electrónico, anexé el manifiesto y entre los destinatarios estaban amigos de la oficina, uno que otro jefe con el que trabajé, dos que tres gerentes y, en primer lugar, el CEO. Antes de ir con la chica de Recursos Humanos envié el correo. Apagué la laptop y se la entregué. Días después, publiqué el manifiesto en mis redes sociales a manera de recordatorio de esos convulsos momentos que viví. Terminé el Vodka que tenía a un lado y apagué la computadora. Eran las once de la noche, me acosté a dormir porque al día siguiente me tendría que levantar temprano para ir a trabajar y seguirle chingado, no me quedaba de otra.
     
    #1

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