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El mendigo

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Edith Elvira Colqui Rojas, 13 de Octubre de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 282

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    Pablo no siempre fue un mendigo. En sus épocas doradas ya había disfrutado la gloria, como gerente en una empresa textil, pero la abundancia del dinero como suele suceder en muchos casos, arruinó su vida. Primero se dedicó a beber con los empleados de la empresa, luego a salir con las secretarias y con mujeres que contactaba en el chat, a espaldas de su esposa e hijos. Llegaba tarde a su casa y a veces no llegaba. Su mujer ya estaba harta -Pablo es la última vez que vienes tarde una más y lo nuestro se acabó, yo no voy a soportar que te estés acostando o viendo con otras mujeres eso no, primero muerta - Le había dicho, esa noche que llegó oliendo a alcohol y hecho un guiñapo.

    Al día siguiente va a la oficina y al terminar el trabajo cita a una de sus conquistas de turno a un hotel y resulta que esta mujer estuvo con él, pero cuando se quedó dormido, le rebuscó el bolsillo del pantalón y se llevó todo su dinero y sus tarjetas de créditos (caro le había costado esta vez la salidita )
    Al despertarse, ve que la mujer se ha ido y en sus bolsillos no había nada y le entró un escalofrío por todo el cuerpo, se quedó paralizado de la impresión. Traía en sus bolsillos el sueldo de mes de sus trabajadores. Las tarjetas de crédito de muchos negocios que había hecho .En pocos minutos estaban completamente en la ruina - y ahora ¿Qué haré? Si voy a casa mi mujer me botará de la casa ya me ha advertido que era la última vez que llegaba así a la casa tan tarde, mareado y encima sin dinero. Mis hijos me odiaran pues en mi bolsillo también estaba la pensión de su universidad. No tengo otra opción me iré de la casa .Iré donde mi amigo Pepe Torres, para que me aloje por un tiempo y me preste plata, luego buscaré un trabajo aunque no sé de qué, pues no se hacer otra cosa que ser un gerente.
    Y así Pablo Díaz, se dirige a la casa de su amigo y este lo acoge por un tiempo pero al sobrevenir la escasez económica le dice: Amigo ya te ayudé un tiempo ahora debes buscar donde vivir- Pablo sale con las pocas cosas que tiene del cuarto de su amigo y sin dinero en el bolsillo, medita -Qué haré Dios mío, sin dinero y sin papeles para trabajar. Y de pronto observa un hombre que está pidiendo limosna y que duerme en una banca con cartones y periódicos y piensa- Haré como este mendigo, pediré limosna y dormiré en la calle en otra banca de por allí. Un día un perro se le acercó pidiéndole comida, él le compartió su pan y desde ese momento se convirtió en su compañero inseparable y hasta ahora duerme con él. Y así pasaron los años y Pablo aún mendiga en las calles del Jr. Abancay de Lima. Quien imaginaría que en sus buenos tiempos fue un gerente con dinero y de buena posición económica.



    Autora: Edith Elvira Colqui Rojas – Perú - Derechos Reservados/Copyright © y safe creative
     
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    Última modificación por un moderador: 20 de Mayo de 2018
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