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El misterio del planeta deshabitado

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Antonio del Olmo, 18 de Enero de 2023. Respuestas: 2 | Visitas: 364

  1. Antonio del Olmo

    Antonio del Olmo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    EL MISTERIO DEL PLANETA DESHABITADO
    Diario de un arqueólogo

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    En este diario explico mis impresiones personales del viaje al planeta donde se extinguió una especie que desarrollo una civilización muy avanzada. He seleccionado las páginas de los cinco días más importantes que pasé en el planeta, aunque mi estancia duró sesenta días. El informe oficial de mi trabajo se encuentra en el Departamento de Historia Universal del Centro de Investigación Espacial.

    EL VIAJE
    3 de mayo de 2525

    He llegado al planeta en 10 minutos, el tiempo que tardó el capitán de la nave en programar las coordenadas del planeta. Es la primera vez que “viajo” en una nave que se desplaza sin seguir una trayectoria: cambiando de un lugar a otro instantáneamente. Me hubiera gustado ver desde la nave como se alejaba Tierra y se acercaba el planeta que visité; pero no es posible viajar así, como se hacía antes, para llegar a un planeta situado a más de 300 años luz. Pienso que no deberíamos llamar “viajar” a este modo de desplazarse, tendremos que emplear una palabra nueva.

    Este día recordé mi primer viaje, cuando fui con mi hermana en un tren hasta la playa, donde vi el mar la primera vez. La misma ilusión de entonces siento ahora, cuarenta años después, cuando voy a conocer otro mundo, aunque me gusta más el tren que la nave espacial.

    Mi deseo de conocer una civilización extraterrestre ha vencido al miedo del viaje. Tenemos 0,74 probabilidades entre cien de no regresar jamás, según los cálculos de los ingenieros. Lo viajeros jugamos a esta lotería fatal. Cuatro naves espaciales han desaparecido en el espacio interestelar por perturbaciones desconocidas. No se sabe qué pasó con estas naves perdidas en la inmensidad del espacio.

    DÍA PRIMERO
    La estación de destino

    Cuando llegué a la estación espacial de destino, lo primero que hice fue observar el paisaje desde las ventanas que rodeaban la estancia. Contemple un inmenso bosque de árboles gigantes, mayores que los que se encuentran en la Tierra. Sobre los árboles sobresalían multitud de pirámides, obeliscos y cúpulas con estrellas en sus cimas. Al fondo pude ver las cumbres de una cordillera cubiertas de nieve. Las construcciones me recordaron a las ruinas de las antiguas ciudades de la Tierra y sentí una tristeza inmensa cuando pensé se habían extinguido todos los descendientes de aquella civilización.

    Me llamó especialmente la atención las ruinas de una casa donde había crecido un árbol dentro, como podéis ver en la primera foto que saqué desde la ventana. Pese a todo, me reconfortó esta imagen de la vida, con forma de árbol, que renace sobre las ruinas. También me animó el misterio que tenía que resolver: la causa de la extinción de la especie que creó la única civilización extraterrestre que se había encontrado después de explorar más de 5600 planetas similares a la Tierra, donde solo habíamos encontrado formas de vida unicelulares.


    DÍA SEGUNDO
    La exploración del planeta


    Empezamos la exploración antes de la salida de la estrella que da luz y calor a este planeta, el equivalente al Sol en la Tierra. Esta vez viajé en una pequeña nave que se desplaza siguiendo una trayectoria, como todos los vehículos de antes, igual que el tren de mi infancia. Volví a recuperar el placer de viajar. Siempre me acompaño, durante toda la misión, el conductor de la nave: un hombre muy mayor, a punto de jubilarse, que había viajado en muchos planetas.

    Antes de seguir, explicaré cómo es este planeta, que solo tiene un continente, formado por una franja de tierra que rodea al ecuador.Tres cordilleras se elevan en direcciones paralelas a las costas. El clima y la vegetación se parece mucho a las regiones tropicales de la Tierra, salvo en las cumbres de los montes más altos, donde brilla siempre la nieve.

    Todos los días amanecen con niebla y llueve por la noche. No existen las estaciones, aquí todo el año dura la primavera. El eje de rotación del planeta es perpendicular al plano que forma su movimiento de traslación. Las cuatro estaciones de la Tierra están causadas por la inclinación del eje de rotación, aunque parezca imposible.

    La fauna también se parece a la de la Tierra en la época de los dinosaurios. La especie que construyó la civilización no descendió de los mamíferos, como la nuestra, sino de los saurios, aunque se parecían a los humanos, como pueden ver en la foto. Me impresionó mucho el color verdoso de la piel y, sobre todo, sus enormes ojos. No piensen que fueron monstruos porque son diferentes. Nosotros también les hubiéramos parecido monstruosos.


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    Encontramos ruinas de construcciones en todos los sitios, lo que demuestra que el planeta estuvo superpoblado hace más de 1500 años, cuando desapareció la civilización, según los cálculos de los arqueólogos que me precedieron.

    Este día visitamos una de las construcciones más grandes: uno de los tres canales artificiales que comunican los dos mares con enormes puertos en los lados. Después aterrizamos en una explanada enorme, cubierta de losas, junto a la torre más alta del planeta. Allí me asusté mucho cuando un dinosaurio enorme se acercó a nuestra nave para observarnos detenidamente. El conductor me tranquilizó enseguida. Me dijo que nos miraba con curiosidad, como nosotros miramos a un insecto raro. Dijo que los dinosaurios de ese planeta son vegetarianos y que debemos temer a los seres vivos más pequeños: los virus y las bacterias.

    Todo parece indicar que fueron los virus o las bacterias quienes exterminaron a la especie civilizada, según los informes de los especialistas, pero siguen investigando para encontrar certezas. Todos estamos obligados a utilizar un traje espacial y mantener siempre cerradas herméticamente las ventanas de las naves y la estación, para evitar contagios. El conductor me dijo que estaba deseando jubilarse para quedarse siempre en su pueblo, respirar directamente el aire de la Tierra y cultivar lechugas y melones en su huerta. En la estación espacial había colocado macetas con plantas de ficus en todos los sitios. Todas las mañanas regaba las plantas y acariciaba las hojas. No sabía entonces que antes de jubilarse encontraría lo que no había visto en ningún planeta durante toda su vida.


    DÍA TERCERO

    El informe del forense

    Este día, cuando se disipó la niebla y comenzó la lluvia, acudió a mi despacho el forense. Se encontraba muy alterado mientras me presentó su informe. Dijo que los habitantes no se habían extinguido por una epidemia, como suponían todos hasta entonces. Según sus investigaciones, la inmensa mayoría de los restos de cadáveres conservados que habían analizado murieron envenenados, tomaron una sobredosis de sedantes sintéticos. En algunos lugares aislados encontraros cadáveres asesinados con un gas venenoso, como los que utilizaron en la Tierra durante la primera guerra mundial. Se encontraron restos de máscaras antigás en algunos centros militares, que confirmaron la segunda causa de las muertes. Otro enigma sorprendente fue que no encontraron cadáveres de niños en ningún lugar, entre los 427 que habían observado.

    La conclusión del forense fue rotunda: “¡Se había suicidado la única civilización descubierta en otro mundo!” Consideraba que la guerra había sido igualmente un suicidio de la civilización.

    Cuando se marchó el forense empecé a sentir escalofríos, aunque la temperatura de mi despacho no había variado. Acaricié una hoja del ficus que tenía en mi despacho y deseé regresar pronto a la tierra. Aquella noche me asome a la ventana para distraerme mirando las estrellas, pero no reconocía ninguna constelación. Ninguna de las estrellas que podía ver desde allí era el Sol ¡Tan lejos estaba de mi planeta…! Pensé en las personas más allegadas que se encontraban en la Tierra y me sentí al borde de un abismo inmenso. Podía perderse en el espacio infinito la nave de regreso a la Tierra. Tan grande fue mi pesar, tan insoportable, que sentí vértigo y me acosté en la cama para no caerme. Aquella noche no pude conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en el motivo del suicidio de toda la gente del planeta.

    DÍA CUARTO
    El informe de la especialista en filología informática

    El hallazgo de la filóloga fue muy esclarecedor. Estaba muy alegre cuando me visitó en mi despacho una mañana lluviosa, como todas las mañanas. Dijo que habían descifrado la escritura de los científicos extinguidos y había descubierto su mayor progreso: el procedimiento químico para evitar el envejecimiento, regenerando todas las células del cuerpo con copias exactas. ¡Nada menos que… la eterna juventud! Por ese motivo se superpobló el planeta y no podían nacer más niños. Dijo que el progreso de la química orgánica e inorgánica de esa civilización fue muy superior al nuestro actual, aunque su tecnología equivalía a la de la Tierra a mediados del siglo XX. Pero la filóloga no sabía que la causa de extinción no fue la epidemia, sino el suicidio. En ese momento no fui capaz de mencionar el informe del forense, para no romper su ilusión.

    Me quede más aturdido la noche de aquél día. Tenía que relacionar el descubrimiento de la eterna juventud con la decadencia y la extinción de la gente del planeta. No paraba de formular preguntas:

    ¿Degeneró la sociedad porque no se renovó generación tras generación?

    ¿Se volvieron más egoístas porque se consideraban eternos, hasta el punto de impedir la convivencia y provocar la guerra?

    ¿Se cansaron de vivir tantos años?

    Todavía no he encontrado la respuesta indiscutible, pero algo es seguro: fue el invento para vivir siempre quién provocó la muerte de todos. ¡Vaya contradicción!


    DÍA QUINTO
    El último descubrimiento

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    Este día amaneció con una buena noticia: los biólogos especializados en etología, la rama de la biología que estudia la conducta de los animales, habían descubierto una especie de saurios equivalente al homo habilis. Estos “homínidos” utilizan herramientas de piedra y madera. Después me llegó una noticia muchísimo mejor: en esa nueva civilización entierran a los muertos junto a los árboles y señalan la dirección de la salida del sol con el tronco, la tumba y un montón de piedras. Todo había sido grabado con unas cámaras ocultas en los árboles.

    ¡Habían descubierto la transcendencia de la vida! Sin pensarlo más, llame al conductor de la nave para ir enseguida al lugar del descubrimiento.

    Tres horas y media después, estábamos con nuestros trajes espaciales observando con prismáticos el cementerio de la nueva civilización. En seguida vimos acercarse un “saurio habilis”, por llamarle de algún modo, portando una piedra. Se parecía bastante a sus predecesores, aunque no andaba tan erguido. No pude contener las lágrimas de emoción al verle colocar la piedra en el montón funerario, elevar los brazos y mirar al cielo.

    Entonces agarré una piedra para colocarla en el mismo montón. Quería mostrar así mi amistad hacia el saurio, con la misma ofenda, pero él huyó despavorido cuando me vio. Supongo que le parecí un monstruo terrible cuando me vio cubierto totalmente con el traje de astronauta. Me hubiera gustado abrazarle, como si fuese mi hermano, pero no pudo ser. Intenté quitarme las lágrimas que no puede contener, pero el guante de mi mano tropezó con el casco trasparente que me cubría la cabeza.

    EL REGRESO

    2 de julio de 2525

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    Regrese a la tierra con el conductor jubilado. Antes de partir, quedamos en vernos en su huerta el verano siguiente para probar sus esquistos melones. Volvería a viajar en tren hasta su pueblo, igual que cuando fui niño. El deseo de llegar a la Tierra, donde podía respirar y andar libre en el campo, anulo mi miedo al “viaje”.

    Mientras el capitán de la nave espacial programaba las coordenadas para regresar a la Tierra, yo no paraba de pensar:

    Espero que la nueva civilización que he conocido evolucione mejor que la anterior. Espero que los astronautas respeten el Tratado Internacional Cultural, que prohíbe intervenir en la evolución de las civilizaciones extraterrestres para preservar la diversidad. Espero, sobre todo, que no se aplique en la Tierra el descubrimiento científico de la eterna juventud. También espero ¡cómo no! abrazar a mi nieto en mi planeta, donde todavía siguen naciendo niños.
     

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    #1
    Última modificación: 25 de Julio de 2023
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  2. Luis Libra

    Luis Libra Atención: poeta en obras

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    Realmente hoy por hoy sería terrorífico que se inventara algo para la eterna juventud, ¡un Trump, un Putin, un Kim Jong-un... eternos! :eek:. Interesante y entretenido relato, Antonio; se podría desarrollar para una gran novela corta.
    Un placer de lectura, amigo. Un abrazo.
     
    #2
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  3. Antonio del Olmo

    Antonio del Olmo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias por interpretar tan bien el relato. Opino lo mismo: tendríamos que soportar siempre a los peores políticos, los que más se aferran al poder. La vida se debe regenerar, generación tras generación, para progresar y evolucionar.

    Salud, ventura y larga vida.
     
    #3
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