El momento de ser libres.

Y podía decir quiero, sin miedo, sin más lágrimas de por medio,
y podía besar los pétalos colorados de las astromelias del suelo,
mirar las nubes esponjosas,
hacer latir mi corazón una y mil veces más,
con la misma pasión, con el mismo desborde,
con la misma dulzura.

Porque eso se merece esta vida,
la suavidad y frescura del aroma del viento
la belleza de una laguna,
espejos de agua que nos rodean,
ovejas conmovidas por el verde césped que las alimenta,
así de libre debería ser el mundo,
sin odio, guerras, sin resentimientos.

Como una rosa china,
como una pisonay floreciendo,
como una queuña enredada en su propia belleza,
el mundo debería ser como una enredadera,
trazos, vidas y acciones que se unen para el bien común,
con el fin de vivir bien sin tener que cosificar a los demás,
sin observar las montañas desde rascacielos,
sin tener que añorar las vacaciones porque en el trabajo no te dejan hacer lo que quieres
siendo libres,
rozando la marea eterna de los ríos y mares,
observando todos los comportamientos de la madre naturaleza,
sin pensar que el cemento es el único tipo de progreso,

La tecnología, el plástico ya perpetuos compañeros del mundo moderno,
cadenas de producción que nos consumen desde dentro,
y estamos aquí esperando el momento, ¿de ser libres?, "el momento"....

¿Acaso solo cuando tengamos suficiente dinero podremos hacer aquello que añoremos?
año, tras año,
acumulando más,
callando los amargos momentos, del deber, del trabajo del "tengo que hacer".

No quiero esto,
yo quiero volar lejos,
como una ave que navegue entre el azul cian del cielo,
entre nubes del dorado vespertino,
mecerme como las flores al ritmo vistoso de sus colores,
en paz observar lo que realmente es bello,
aquello que no necesita de dinero,
que no es propiedad,
aquello que es libertad.