El mundo 12

¿Porquería?: puede ser...
Cambalache es la tortura
que nos mira en la tevé:
presidentes, futboleros,
bailarines y gritones,
la farándula al gobierno,
los aplausos a las urnas
y los curas a su fe.

Que los canas se devoren
las miserias del ladrón,
que los jueces con sus fallos
alimenten la pasión
de chismosos y verrugas
que sustentan la nación.
Sindicatos, corruptelas,
diputados en malón:
no tiene punta el ovillo,
solo sangra el que parió.
Los chamuyos del derecho
poco dejan al que es dios,
que ya no llora ni mama
revolcado en su ilusión.

En el lodo de la usura
solo flotan los pitucos
que se mofan de los pobres
mientras juntan con la pala
el dinero que la soja
les reparte a discreción.
¿De qué respeto me hablás?:
se nos cagan de la risa
si asomamos la nariz,
aplastados por la timba
la yugamos como bueyes
rebuscando las monedas
y evitando el manotón
de los pungas del estado
que nos tienen de ratones:
serán gatos, serán tigres,
¿qué le importa al que lo comen?,
no nos queda ni una cueva,
donde mires hay mirones
que te junan del balcón
ya probándose tus pilchas
y dejándote en la vía
al compás del bandoneón.

¿Qué te podría contar?
En tu tiempo la tortilla
de canto estaba quizás...
Hoy se ha volcado de un lado:
nosotros en la sartén
somos pobres papas fritas
que ni la vemos pasar...

Otro siglo tal vez pueda
ser mejor para la gente
pero el mundo que tenemos
no lo aguantan ni los santos:

carnavales de riqueza
con las balas de la guerra,
miserables que se ahogan
mientras huyen del furor,
la mentira que se impone
por la fuerza del gritón...

Cambalache en la nostalgia
de tu tango que pasó.

Nota. Este poema es un poco apresurado. Creo que fue una buena idea para este tema la de dialogar con Enrique Santos Discépolo en su tango «Cambalache», pero una mejor realización me exigiría más tiempo del que hoy no dispongo.

 

Ay, Jorge, y qué diálogo Che, entre tus versos y los de Discepolo siguen pintando a la corrupta raza humana que destruye el mundo, mientras unos pocos aumentan los fondos de sus cunetas bancarias. "El mundo Fue y será una porquería en el 2000 y en el 3000 también"...

Un abrazo Jorge,

 

Gracias, Romi, por tu amable comentario. Diría que la porquería está cada día más consolidada en el mundo. En la época de Discépolo, después de la crisis de 1930 y con el surgimiento del nazismo, existían fuerzas significativas que resistían, la República Española entre muchos ejemplos. Hoy la hegemonía del capital es tal que parece que los pocos focos de resistencia solo sirvieran para consolidarla.

abrazo
Jorge

 

Pues creo, querida Isabel, que de 1934 a hoy el mundo ha cambiado mucho, y para peor. He intentado decirlo en el poema, sobre todo al referirme a la tortilla de canto («cuándo querrá el dios del cielo//que la tortilla se vuelva//que los pobres coman pan//y los ricos mierda mierda», dice una popular canción chilena). Como le comentaba a Romina, parece hoy que los dueños de la sartén la tienen bien tomada por su mango...

Creo que el ritmo está bastante logrado, salvo en algunos párrafos, sí: me resultan gratos los octosílabos 3.7, que dominan el ritmo salvo alguna discordancia. La rima no me satisface, aunque podría excusarme diciendo que tomé como modelo la de Discépolo, bastante anárquica por cierto.

gracias y abrazo
Jorge

 

Me gustó que te arrancaras con la fuerza y pasión de un tango, que medido viene el mundo y es un lujo descontarse y desmedirse por poderes con el ritmo que nos llega.
Así andaba el mundo a principios de siglo en Argentina (como en tantas partes) y así anda hoy. Este tema es atemporal.
Todo un placer leerte en este apresuramiento que me suena estupendo; como el tango, como el lunfardo.
Un abrazo, Jorge.

 

Gracias, Alonso. Cambalache es de 1934, época de surgimiento del nazismo en Europa, cuando las consecuencias de la crisis de 1930 aún no habían sido superadas. Sin embargo, siento que nuestro mundo es mucho peor: no hay resquicios donde la primavera anide en lo social, como fue por ejemplo la República Española en aquella época...

El lunfardo... No lo he usado más allá de lo que me resulta cotidiano, que es muy poco comparado con lo que se oye a veces en las calles de Buenos Aires....

abrazo
Jorge

 

Hasta hoy no he pasado por tu Tesón y veo que no has dejado títere con cabeza, este mundo da para mucho y al parecer nada bueno , su degeneración va creciendo y se extiende como una mancha de aceite y siempre somos los mismos pringaos.
No sé si es resignación o impotencia lo que nos va quedando y odio decirlo, soy guerrillera pero el sistema me aplasta, y solo tengo mi voto ,pero lo de a quien lo de, el sistema lo engulle..
Siempre tendrá vigencia tus letras a igual que Cambalache, casi un siglo y seguimos igual o peor
Un abrazo Carmen

 

¡Cuántas vueltas da el mundo, hermanazo! Cada uno, en el rincón de planeta que le ha tocado, lo sufre a su manera, lo percibe a su manera, lo condena, lo escribe a su manera... La primera vez que supe de este famoso tango de Santos Discépolo fue en 1085, escuchando a Serrat. Lo canté muchas veces con mi guitarra, cuando formaba parte de una élite de cantantes, una trova de salón, dirigida por el concertista de cuatro Alí Chirinos.
Tu poema es muy genuino, muy ligero para mi gusto también, pero muy significativo y muy apropiado para esta temática tensonaria. Algunas palabras no las entiendo muy bien en su contexto, supongo que es lunfardo. No estaría de más unas breves notas al pie. El final me parece que recoge muy bien todas esas denuncias y giros que vas desgranando a lo largo del poema. A partir de «Otro siglo tal vez pueda» ya uno podía preveer un cierre excelente como el que, efectivamente, le has dado al poema.
Un abrazo, amigo mío, y que siga la tensón.