El Niño Plateado

Cierta vez conocì un perro que no era perro,
era un niño plateado, que guardaba sus colores
deseoso de sentirse querido para mostrarlos.
Conocìa las voces, los ruidos, los gestos y los pasos,
y tambièn algunas palabras y sus significados.
Y todo lo aprendia por amarnos.

Gruñìa canturriando pidiendo su almuerzo, y
tampoco permitìa se tomen su cena en broma.
A veces, bailaba rumbas extrañas en dos patas
y mordisqueaba el bolso en los regresos,
como culpàndolo por las partidas no queridas
y su ausencia entre las bienvenidas y los besos.

Siempre estaba al alcance de nuestras miradas,
al calor de nuestras manos, atento a las sonrisas,
en la distancia de nuestros pasos acompañados.
Dispuesto al postre, resoplando el helado,
o a la carrera furiosa buscando al escondido.
Siempre estubo, como estan siempre los amigos.

Cierta vez conocì un perro que no era perro,
era un niño plateado que dejò sus colores
en nosotros, para que podamos cuidarlos.
Conocimos sus voces, sus ruidos y sus pasos,
y tambien su nombre y lo dulce de su significado.
Y todo lo aprendimos por amarlo.