El olvido de una flor

Esta es mi flor.

Se pinta dorada al amanecer,
saludando a su jefe, el Señor Sol.

En la manaña el Rocío
juega a deslizarse por sus resbalines,
mientras se acomoda los calcentines.

Luego llegan las Abejas
alborotadas zumban hambrientas
y la deshidratan, mujerzuelas.

Extrae entonces el agua por las raíces,
formando savia enriquecida
100% natural, light y baja en calorías.

Pero don Moscardón se enfurece
y la refriega alterado,
¿qué te has creído florecilla
para el néctar haber cambiado?

El polen escapa desaforado
mientras la brisa le da un empujón,
la flor llora y llora,
sin hijos se ha quedado.

Ahora se marchita,
envejecida y arrugada,
caen pétalos desteñidos,
estambres canosos, solitarios,
el tallo se ha curvado,
mirando a su nuevo horizonte permanece,
cierra los ojos de repente,
cae al suelo olvidada,
nunca más recordada,
excepto por un poema
en algún rincón escrito
(y tal vez leído).

¿Cuántas flores hemos olvidado?
¿Cuántas flores recordado?
Delineas una sonrisa...
al menos una flor
en tu corazón se ha conservado.

 

Ternura a rabiar en tu pensamiento,
así mismo en tus letras,
las flores como las mujeres requieren atención y cariño
amor, de este pequeño universo que es el corazón del hombre...

Un gusto leerte

Eugenio