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El orzuelo

Tema en 'Prosa: Obra maestra' comenzado por lucianoquilmes, 1 de Enero de 2016. Respuestas: 2 | Visitas: 1351

  1. lucianoquilmes

    lucianoquilmes Poeta asiduo al portal

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    Sobre el borde del ojo, empecé a sentir una molestia.
    Logre palpar la zona sin rascarme y halle un pequeño bulto que parecía incrustarse en el globo ocular con cada parpadeo.
    Al principio solo era un comezón suave no daba la sensación de algo grave, ni siquiera me preocupe, sabía con certeza que sería un orzuelo (una acumulación dolorosa de pus), pero estaba equivocado y nunca hubiese podido acercarme mínimamente a lo que después sucedería.
    Mi ojo luego de tres semanas se había hinchado y el pequeño bulto sobre el borde del parpado ya causaba cierta impresión en la gente, en el trabajo me miraban con desagrado( o quizás siempre lo habían hecho) y alguno que otro preguntaba sin abrir la boca, si era contagioso.(no era un lugar donde uno podía acercarse a las personas ,ni siquiera fraternizar)
    Consulte un oculista de turno el cual confirmo mi errónea teoría.
    -Es un orzuelo que debe topicarse dos veces por día , déjalo madurar y en una semana empezara a deshincharse derramando un poco de pus , no es nada grave , seguí las instrucciones que te dejo anotadas en este papel y veni a verme puntualmente el viernes próximo .-dijo el especialista.
    Mi espacio laboral es un lugar donde reina el caos, he cambiado de opinión hace ya mucho tiempo sobre los individuos que me rodean, no son criminales, no son enfermos ni psicópatas, para mí son víctimas de hogares rotos, perturbados individuos sin privilegios, ni cultura ni ventajas y es así que el amor, que nunca recibimos, no conforma una necesidad, menos un deseo.
    Me dirigí a la sala de recreación y tome asiento en silencio para descansar, a veces necesito protegerme de tanto caos, del sonido de las puertas, las llaves e incluso los gritos.
    La semana había pasado, así que me encamine al consultorio del oftalmólogo tres pisos abajo.
    Yo sabía que había empeorado muchísimo, pero la confirmación me la dio la cara de espanto y preocupación del doctor al verme cruzar la puerta. Sentí cierto deja vu debo confesar, frente a ese rostro y después comprendí que era algo en sus mirada, una suma de espanto y sorpresa, que me habían recordado a mi esposa justo en el momento previo a ahorcarla con las manos, rompiéndole el cuello tan fácilmente que resulto limpio y sin fluidos de ningún tipo, claro que los doctores decidieron que un brote psicótico era motivo suficiente para evitar la cárcel y enviarme aquí junto a los compañeros del trabajo. Nunca sentí nada por ese episodio, esa pérdida, creo que en cierto punto hice lo debido, ella no hacía más que vomitar reproches y enojos.
    Siempre fui un romántico incurable tengo que admitirlo, con ciertas limitaciones, en realidad interpreto gestos de cortesía extrema quizás para esconder temor, frialdad, sospechas y muchas otras cosas que me remarca de forma constante mi terapeuta del piso seis, mientras yo asiento con naturalidad fingiendo que realmente me importa, soy muy bueno en eso.
    Levantarse para ir a laburar no es ni más ni menos que vivir, mi hogar, entre hombres de armaduras muy gruesas y de un interior frágil, lleno de mundo fuera de este mundo y de pastillas carcomiendo cada pensamiento de hambre extrema.
    Sentí el parpado moverse de forma involuntaria, el orzuelo ya era una pelota tamaño nuez colgando sobre el pómulo izquierdo, lagrimas constantes bajaban por mi cara y con un pañuelo me secaba maquinalmente el agua y lagañas de pus, la verdad es que no estaba demasiado preocupado pero la actitud del doctor me resulto incomoda o algo parecido.
    No puedo recordar exactas sus palabras, solo me fije en su rostro y como mi condición impactaba en sus gestos y en sus manos, que dibujaban ademanes exagerados en el aire.
    Salí de allí confuso y me dirigí con pasos lentos mediante la escalera a mi sector, el pabellón 8.
    Tome asiento en la sala de recreación para descansar del ruido y sentí un fuerte estallido que salpico mi mameluco de sangre y pus, algo en el piso parecía moverse cubierto de la piel que conformaba mi parpado, una especie de gusano horrendo con pliegues y pelos se retorcía descubriéndose con ruidos de carne y huesos que se desgarraban, esa cosa resbalaba repulsiva sobre el suelo buscando liberarse sediento de algo ,sin rostro ni manos ;sonreí y no pude evitar las carcajadas, no sé qué me impulso a actuar así, quizás cierto alivio, aquel gusano era yo, lo sabía.
    Me puse de pie fregándome el ojo al escuchar mi nombre y recordé abruptamente que era viernes, debo presentarme puntual, tengo turno con el oculista, seguro que va a ser cosa de unos minutos, ya mi esposa me espera en casa con la cena, los viernes generalmente comemos pastas y no le agrada mucho que llegue tarde, aunque quizás sea la última vez que lo note.
     
    #1
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  2. danie

    danie solo un pensamiento...

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    Le he editado el título.
    No se admiten textos o títulos escritos todo ellos en mayúscula.
    Recuerde escribir en minúsculas, con un uso adecuado de las mayúsculas.
    EQUIPO DE MODERACIÓN.
     
    #2
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  3. lucianoquilmes

    lucianoquilmes Poeta asiduo al portal

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    ok gracias por la aclaracion y edicion abrazos
     
    #3

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