El Óscar.

Mi amor por el cine me llevó a una academia dedicada al cultivo de nuevos talentos,
del séptimo arte.
Mis guiones eran novelas adaptadas a los nuevos tiempos que corren.
No tuve éxito en mis exposiciones en clase, pero sí me acerqué a conocerme a mí mismo.


Descubrí que puedo dar a luz personajes principales y secundarios.





Y que puedo sentir lo que cada corazón palpita.
De la mina de oro, una pepita.
De la playa, una concha espiralada.
De la tienda, un tarro de miel de abejas y de flores.


De mi ser, ¡ Porca miseria ! Y Dolce Vita. Una, de cal, y otra, de arena.


Para escribir poemas, ese entrenamiento fílmico viene de perlas.
Como anillo al dedo. Una historia que contar, como dos tetas, ¡ Qué grato es verlas !
Hay que ordenar cada componente y no haré el ridículo.
Una trepidante aventura, para conocer a los demás, en sentido bíblico.


Claro, o sea, sensualidad en estado puro. Yo soy partidario del Futuro.