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El paseo

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Juglar español, 22 de Abril de 2024. Respuestas: 8 | Visitas: 145

  1. Juglar español

    Juglar español Poeta fiel al portal

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    Cada paso borraba la estela que había dejado el anterior. El crujido de la hojarasca hacia agradable el camino a la vez que le servía para focalizar la atención en sí mismo, en sus pensamientos. Como cada día, se había levantado temprano para llevar a cabo su rutina matutina. En un principio consistía en vestirse con ropa de deporte, calzarse las zapatillas y salir a correr, pero a estas altura de su vida, los dolores de espalda le habían vuelto más perezoso limitándose simplemente a andar. En cualquier caso, siempre le había valido para encontrarse consigo mismo. Sus pensamientos le acompañaban al ritmo del trote de la carrera o de los sosegados pasos de sus paseos, sirviéndole para ordenarlos y afrontar el resto de día sin grandes distracciones. Otras veces, las menos, escuchaba música con los cascos de última generación que se había comprado y que hacía ya tiempo se habían quedado obsoletos, pero le valían para trasladarse a las historias que cada canción contaba haciéndolas suyas.

    Ese día le había caído como un pesado lastre una cascada de recuerdos que, pese a parecer cercanos, se separaban mucho del momento presente, eran bastante lejanos. Se diluían entre la realidad y la imaginación, posiblemente como mecanismo de defensa para ayudarle a sobrellevar la carga de los años… A sus cuarenta y muchos no le quedaban apenas experiencias que vivir, al menos eso pensaba. Siendo honesto consigo mismo no podía negar que su paso por este mundo de locos había sido gratificante.

    Era el pequeño de cinco hermanos. Pese a las dificultades que la época imponía, su nacimiento fue recibido con alegría. No es que pudiera decirse que había sido una decisión buscada por su padres después de sus cuatro hermanos mayores, pero colmó de alegría a sus, ya de por sí, desgastadas vidas.

    Su padre, funcionario de profesión, contaba los días resolviendo los entuertos administrativos con que sus paisanos tenían que enfrentarse para salvar la burocracia de este enrevesado sistema social. Era un hombre de carácter recio, seco; condición con la que su estatus social le había modelado y que, a su vez, había dejado impronta en sus hijos. Su madre, no es que fuera muy guapa, pero sabía sacarse partido con la gracia que la acompañaba, buscando la vuelta a las penurias del día a día destacando el lado positivo de las circunstancias y tomándose las cosas con un gran sentido del humor. Siempre tenía un chiste para utilizar en cualquier conversación, haciendo agradable la compañía de cualquiera que estuviera con ella. En cierta medida se mostraba como un imán de atracción para todas las personas con las que interactuaba.

    La nubes, después de varias semanas alternando días de lluvia con nieve y frío, dejaban entrever algunos rayos de sol a ratos, tiñendo el paseo de un colorido que anunciaba una temporada con mejor tiempo; al igual que sus recuerdos, que de repente se hacían claros, tan reales que parecían estar siendo vividos en ese preciso momento, mientras que otros tantos quedaban ocultos detrás de sus cavilaciones. Aunque, ¿qué eran sus pensamientos sino más que recuerdos, anhelos y por qué no, memorias proyectadas al futuro con distintos desenlaces a los realmente acontecidos o de como creía que realmente ocurrieron? Porque cada decisión tomada, cada alternativa desechada, cada acto realizado había dejado la otra opción en el mundo de lo desconocido, sin que por ello, no hubieran sido posible materializarse en una realidad. El hecho de haber contado con cierta probabilidad les dotaba de un carácter real, pero ignoto. De la misma forma que de cada una de las ramas de un árbol nacían nuevos brotes, repitiéndose el proceso de manera fractal en cada nuevo vástago, no hacía que su conjunto dejara de ser ese árbol que conformaba el todo que podíamos percibir. Cada rareza por improbable que pareciera, incluso habiendo simplemente sido pensada formaba parte de la naturaleza, era algo auténtico y, por qué no, también real. Cada alternativa, de alguna manera, ha sido siempre tan real como ficticia. Al fin de cuentas las cosas, los acontecimientos no son de una u otra forma, sino que simplemente Son.

    No encontró una razón del porqué ese día le suscitó cierta curiosidad el conocer si tenía recuerdos del día de su concepción y de su paso por la vida durante los nueve meses que estuvo alojado en el vientre materno. De si ya se Era antes de experimentar el milagro de ser creado. De manera que le asaltaron ideas, posiblemente escondidas en alguna parte de su Ser, vivencias y acontecimientos desde ese preciso momento, e incluso de antes del mismo. El hecho de que surgieran las hacía posibles, aunque improbables, incontrastables pero ¿ciertas? Quería creer que pese a no haber sido concebido aún, su esencia individual formaba parte de un todo de sabiduría. Esa energía era la responsable de dar vida y de mantenerla, como la pila que otorga el vigor que nos mantiene vivos mientras no se agotara, y que antes de consumirse se transformaba de nuevo para formar parte de esa conciencia que constituye la totalidad. Al fin de cuentas había estudiado que la energía ni se creaba ni se destruía, solo se transformaba. Entonces ¿si no se creaba…?

    Aparecieron de manera nítida las quejas que su madre le expelía a su marido, su padre, por los distintos puntos de vista en que interpretaban sus realidades. Verdaderamente eran muy dispares, hasta el punto de que siempre se había preguntado cómo dos personas tan opuestas podían haberse enamorado y terminado juntos formando una familia, y no solo eso, sino que además fuera tan vasta. ¿Cómo podía haberse fijado en un hombre tan seco de carácter, con tendencia a la intromisión y de tan pocas palabras? Pensó que debía de haber algo, más allá de lo racional, que materializara la atracción entre dos personas, hasta el punto de llegar a meterse en los berenjenales de forjar una familia cuando prácticamente no se tenía nada en común. Podría ser debido al miedo a la soledad, a la falta de confianza en uno mismo creyendo que no se encontraría jamás la media naranja que todos anhelamos. Eran cuestiones que solo podría contestarse uno mismo, aunque para ello era necesario profundizar, además de ser sincero, en lo que realmente se Era.

    Le vinieron a la mente los momentos en el que el torrente hormonal lo llenaba rompiendo la paz de su estrecho espacio vital cuando la risa de su madre aparecía repentinamente. Era curioso cómo el parapeto entre el mundo cotidiano y su pequeño habitáculo, el no tener formado aún su pequeño organismo, no eran impedimento para poder sentirse parte del mundo exterior.

    Los ratos que compartía con su padre, cargados de porqués, le eran muy gratificantes. No por lo espléndidas que fueran las contestaciones que le daba, sino más bien porque con el paso del tiempo se dio cuenta de que tenían la función de hacerlo pensar. De que por sí mismo fuera capaz de dar respuesta a cada uno de los entresijos que le despertaban interés. Muchos de ellos muy prematuros para la edad en la que se cuestionaban, otros más profundos conforme el tiempo iba dotándole de nuevas experiencias. Pudo percatarse de que llegó un momento en el que de manera progresiva ya no le convencían sus explicaciones, y sin apenas darse cuenta vio como en algunas ocasiones era él mismo quien razonaba las dudas que a su padre le planteaba. Pensó que posiblemente ni el mismo supiera las respuestas, siendo la manera que tenía de quitarse del medio el mal trago de tratar de resolverlas. Al contrario que para el resto, o así lo percibía, el paso de los años hacía que su ansía de conocimiento se fuera multiplicando; y no como a los demás les pasaba, a quienes el transcurso del tiempo les mermaba el interés por el porqué de las cosas; se volvían más conformistas resignándose a aceptar las cosas tal como eran.

    Normalmente los diálogos consigo mismo de cada mañana versaban sobre temas intrascendentes. En cómo organizar el día de trabajo, cómo resolver este o aquel otro asunto, en tratar de justificar actos de los que se sentía responsable. Pero ese día fue distinto. Parecía como si todas y cada una de sus vivencias, tanto las que le habían dejado huella como las que no habían sido más que meros trámites de lo cotidiano, se concentraran en un suspiro. Como si la vida en sí misma no fuera más que eso: un instante.

    Su infancia, su paso por la escuela, sus vivencias adolescentes aparecieron de manera fugaz, concentradas, como si hubiera entrado en un bucle donde todo se repetía, como si estuvieran siendo vividas de nuevo. Su paso por la Universidad; la satisfacción que le producía juntarse con sus amigos, muchos de ellos aún presentes en su día a día pese a la distancia y los distintos caminos que la vida les había marcado, pues ninguno de ellos, o pocos, habían tomado la opción que les hubiera gustado coger; su primer amor distinto a su primer beso... En definitiva, se confirmaba que la vida siempre ganaba si se pretendía luchar contra ella. Eso avalaba su manera de ver el mundo: Cualquier cosa terminaba gustando si se le daba la oportunidad de que te invadiera. Esto no era más que esa característica que la condición humana nos había obsequiado: la curiosidad.

    - Llegaste al colegio y estuviste esperando sentado en la escalera del final del pasillo mientras tu padre resolvía los últimos asuntos en el despacho del director al no tener plaza.

    - Si, eso fue cuando apenas tenía los cinco años cumplidos – apuntó – finalmente fui admitido y en ese mismo día asistí a mi primera jornada en la escuela. Con aquellos compañeros compartí el grueso de mi infancia, adolescencia y juventud, incluso una inmensa mayoría de ellos aún siguen formando parte de mi vida – le dijo.

    - No fuiste especialmente espabilado, de hecho no llegaste a tener una dicción entendible hasta pasado un buen tiempo, mucho más tardía que el resto de los niños de tu clase. Por lo que te ganaste el sobrenombre de “el guiri”, apodo que te puso tu maestra de manera cariñosa.

    - Es cierto, no es que fuera un lumbreras. Entre la pereza y la falta de habilidades pasé los cursos con dificultades, pero al menos fui capaz de sacarlos a delante de una forma u otra – convino.


    ******************************


    Había conocido a su mujer en el viaje de estudios del último curso antes del paso a la Universidad. En la primera noche de asueto, después de la obligada visita cultural a la ciudad de París, le deslumbró el desparpajo con que una chica, al fondo del restaurante al que salió a cenar con algunos de sus compañeros, se desenvolvía en la mesa del fondo del salón comedor. Era un grupo de cinco comensales que parecían estar pasando una velada agradable. Era una mujer que sin conocerla se mostraba alegre. Una enorme sonrisa destacaba en todo su rostro, a la que le acompañaban unos inmensos ojos negros y una melena también de color negra que estaba recogida con una coleta, cayéndole dos mechones delgados a cada lado, los cuales de vez en cuando se retiraba colocándolos detrás de las orejas. No pudo apreciar su cuerpo, aunque sugería ser una mujer exuberante. No estaba especialmente maquillada, por lo que sus rasgos naturales la hacían pasar desapercibida si se comparaba con el resto de las chicas que ocupaban la sala. No alcanzaba a escuchar de lo que hablaban, pero por el movimiento de los labios de con quien compartía mesa y el rasgo de alguno de ellos supuso que no hablaban en castellano. Hubo algún que otro encuentro visual, al que ella correspondió con un gesto de complicidad a la vez que rápidamente apartaba la vista.

    El destino los hizo coincidir en el vestíbulo del hotel en el que se alojaban, y mientras se subía al ascensor que lo llevaría a la planta en la que se encontraba su habitación, justo antes de que este cerrara sus puertas, ella, tras una carrera terminada con un pequeño salto que hizo que se le cayera el bolso, se coló en él. La reacción de ambos fue la de agacharse para recogerlo haciendo que se dieran un pequeño coscorrón, lo que les hizo soltar una carcajada. El efecto del alcohol le hizo desinhibirse y al mismo tiempo que se lo daba sus manos se rozaron suavemente a la vez que sus miradas se encontraron sin mediar palabra alguna. Fue entonces cuando se arrancó a entablar conversación.

    - Buenas noches – saludó con voz entrecortada sintiendo cierta vergüenza.

    - Buenas noches – le correspondió en un perfecto español, lo que lo dejó perplejo, pues supuso, tras sus elucubraciones en el restaurante, que no era española.

    - Pensé que serías extranjera – contestó, lo que en cierta medida lo delató, produciéndole un sutil sonrojo. En cualquier caso, ambos eran conscientes de que habían estado en el mismo sitio cenando, y que a ratos habían estado pendientes el uno del otro.

    - Si, ¿es que no lo parezco? – preguntó extrañada con tono jocoso.

    - Que va, en absoluto. Es que creo haberte visto esta noche cenando en el mismo sitio en el que lo hacía yo con mis amigos – lo decoró a sabiendas de que ambos eran conscientes de ello. Sin darse cuenta estaba mostrando cierto interés, del que ella se percató.

    El ascensor subía a un ritmo demasiado rápido. Hubiera deseado que se hubiera tomado todo el tiempo del mundo en alcanzar el cuarto piso en el que ella se hospedaba, para poder así disfrutar de su compañía un rato más largo.

    - Entonces ¿de qué parte de España eres? – indagó justo cuando el ascensor se detuvo antes de abrir sus puertas.

    - Mañana si quieres te lo digo – se despidió mientras salía andando de espaldas mirándolo – Hasta mañana – Remató con un guiño que le produjo un sobresalto en el corazón.

    - ¡Que pasada! – se dijo a sí mismo mientras el estómago se le contrajo.

    Esa noche le costó trabajo conciliar el sueño, pero el cansancio y las copas de más se lo facilitaron.


    ******************************


    Después del repaso vital que el paseo le había regalado, se percató de que lo que había parecido un instante, no lo había sido en absoluto, o quizá sí. El mediodía ya era el pasado y el reloj se había detenido. Era curioso el no haber recibido ninguna llamada del trabajo y sobre todo presenciar que apenas se había movido de sitio, lo que le provocó una gran desazón. Parecía como si el mundo se hubiera detenido esa mañana. También se dio cuenta de que no había nadie con él; que los diálogos, absolutamente reales, en esta ocasión no habían sido consigo mismo sino con alguien más, pero a pesar de sentir su presencia no había nadie a su lado. Todo esto le provocó angustia, también miedo; sintió que le faltaba la respiración, que la fuerza de la gravedad no actuaba sobre su cuerpo.

    - Ya es el momento. ¿Te encuentras bien? – preguntó ese alguien con quien había estado conversando todo este tiempo y que no pudo identificar. Las palabras no salían de su boca o al menos eso creía.

    - No temas, ya has llegado – le tranquilizó.

    Una fuerza de atracción lo hacía sentirse fuera de sí. Era capaz de observarse así mismo desde una posición cenital y a su vez era capaz de ver al mismo tiempo distintos lugares, lejanos a donde se encontraba, todos, y al mismo tiempo concentrados en un abrir y cerrar de ojos. De igual forma, su mente se encontraba lúcida, limpia, focalizada en tan descomunal información que lo abrumó. La inmensa mayoría de las dudas y dificultades que había experimentado en toda una vida quedaron aclaradas. Finalmente, una inconmensurable paz le arropó sin atenuarse. Jamás había tenido una sensación igual.


    ******************************


    El tono de las señales horarias le taladraron los oídos para que acto seguido sonara el timbre de su teléfono móvil. Era como si hubiera querido acaparar su atención. Alertarla. Sin saber por qué le dio un vuelco el corazón.

    - Buenos días – saludó una voz con tono serio.

    De repente, se concentraron todas y cada una de las vivencias que había pasado junto a su marido. De una manera extraña, sin poder controlarlo, una sensación de pena mezclada con alegría se apoderó de ella. Se le nubló la vista hasta el punto de que tuvo que parar el coche orillándose en el lateral de la carretera, mientras una cortina de lágrima se precipitaron de su ojos. Supo lo que le iban a decir, sin saber cómo. De alguna forma, de manera extrasensorial él se había comunicado con ella para despedirse.

    - Tenemos como teléfono de contacto en caso emergencia este número en el móvil de una persona que hemos encontrado desvanecida en el parque de la rivera de río. Sería conveniente que acudiera al Hospital.

    - ¿Ha pasado algo? – preguntó algo alterada con el corazón en un puño, pero teniendo la certeza de lo que ocurría.

    - Me temo que así es, parece que ha sufrido un infarto que no ha podido superar. Quizás, si hubiera estado acompañado podríamos haber hecho algo por salvar su vida. El tiempo es precioso en situaciones como esta – relataba al otro lado del teléfono sin que le prestara apenas atención – Venga cuanto antes para así poder hacer el reconocimiento. Lamentablemente no hemos podido hacer nada por su vida. Lo sentimos mucho – concluyó con aflicción.


    Santiago Vázquez
     
    #1
    Última modificación: 1 de Mayo de 2024 a las 6:58 AM
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  2. Alde

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    Muy buenos apuntes e interesantes.

    Saludos
     
    #2
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  3. Juglar español

    Juglar español Poeta fiel al portal

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    Gracias y encantado.
    Es el primer relato corto que he escrito. Me trajo a este sitio el lado de la poesia, pero quise experimentar está otra cara del arte literario.
    Un saludo.
     
    #3
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  4. Alde

    Alde Amante apasionado

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    Pues adelante.
    Bienvenido.

    Saludos
     
    #4
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  5. Juglar español

    Juglar español Poeta fiel al portal

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    Gracias y si gustas puedes leer mis poemas aquí, en MP.
    Saludos.
     
    #5
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  6. dragon_ecu

    dragon_ecu Esporádico permanente

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    Es un buen relato, aunque los saltos de una escena a otra son algo desconcertantes.

    Saludos cordiales.
     
    #6
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  7. GALA GROSSO

    GALA GROSSO Poeta adicto al portal

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    Es interesante, Seguiremos tu devenir en la prosa.
     
    #7
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  8. Juglar español

    Juglar español Poeta fiel al portal

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    Hola, gracias por tener el detalle de leerlo.
    Siempre he tenido la curiosidad de cómo los novelistas hacen los cambios de localización, de narración a diálogo, de introducción de personajes.
    En eso consistió está primera incursión en este mundo, además de exponer temas que me interesan e inquietan.
    Seguiremos avanzando.
    Saludos!
     
    #8
    Última modificación: 2 de Mayo de 2024 a las 1:56 AM
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  9. Juglar español

    Juglar español Poeta fiel al portal

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    Gracias Gala...
    Ahora me quedo con el empuje a seguir...
    Veremos qué sale!
     
    #9

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