El placer del dolor

　
　
　
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Descubro de forma tardía
la naturaleza exacta de mis defectos.
Sin ir más lejos ahí estaban.
En el recoveco ambiguo de mi caracter.
Alejándome poco a poco de la realidad
siempre dolorosa para mi.
Efrentarse a ella resulta complicado.
Una absurda tara me mantiene al otro lado.
Alli donde los sueños no llegan.
Y los oscureceres son firmamento.
Permanezco atento a tus movimientos
para hacerlos mios, tal vez
o tal vez no.
Solo quiero sentir otra vez esa llama
que nos alumbró un tiempo
y que a veces se apaga para dar paso al día.
No te demores más , amada mía.
Que si no voy a tu encuentro
me encerraré en mis adentros.
Y no acaricio otro cuerpo mas que el tuyo.
Y a la hora de la pronta aurora
la agonía me hace desmayar en tus brazos
que nunca me negaron su sustento demoledor.
En el placer del dolor encuentro una paz cálida
que es masoquismo en estado puro.
Y no soy capaz de irme de ti
que jamás te pedí nada a cambio de mis besos
si no los tuyos
que se hundían en mis huesos y ya traspuesto
comenzaba esta andadura cíclica del lamento
y la autoestima por los suelos llena de autocompasión que no me deja ver el mar tras la bruma espesa de tu aliento.
Quedarme aquí o no, no me compete a mi
sino a un poder superior que hará por mi
lo que yo mismo no puedo cambiar.
Sea pues y adelante mañana a por otro día mas,
otra mañana clara en la que despertarse
y quedarse por siempre lejano de la ira
que es un lujo macabro que está ahí​

pero no para mi.

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