El pobre, loco y el cuerdo

Solo sé, que un sobrante se esparce hacia el espectro de lo que dio y,
Ahora parte, de sobra está por ser último y sin ser pesado quedó intranquilo
en su serenidad…

Algún perdido retazo, no va a ser parte de ningún pantalón, de ninguna moda
solo será un hilo entrelazado por unos dedos frustrados. El viento que desespera
al ensordecido sentimiento del alma…

Como con cautela se refleja un gorrión en ese río lento y callado, perdido, sin
rumbos ni glorias que ha de aspirar, las nubes sin ser su único acompañante,
rezan por no llorar, no le acercan una sonrisa y sienten por él.

Ese único fuerte de reflejo para unos, de envidia para otros; de tristezas, de sonrisas
y de sentimientos cerrados, se absorben en un crucial perfil en común, porque algunos
creen que la locura y la cordura son como sales y rocas, y que aunque sea el aire, es motivo
para separarlos, entre tanta sinceridad…

¿seremos a veces, serenos y cauteloso?
¿seremos en algún momento, el sentido de cordura de alguien?
quizás seremos poco ciertos por momentos, o muy locos de continuo,
lo cierto es que un río alimenta a un gorrión,

y el retazo de aquel pantalón servirá de abrigo, que el viento es el padre del río
y que las nubes grisáceas solamente lo gobiernan; en ese último segundo,
de vida, deseará ser por lo menos una gota de agua, o un silencio placentero,
recordando que la muerte es guionada por la vida y que el silencio nunca,
nunca lo mira, lo espera, y lo acaricia…