El poeta, ese león enjaulado

Tres y cuarto de la matina.
Esas cosas nunca pasan a las dos de la tarde…

“Birome hecha en China,
en cualquier renglón te aniquila…”
Recién comprada hoy y la tinta no baja…

Y el vino se acabó, y el kiosco de la vuelta,
como tarde, cierra a las dos…
Y para ir al otro son como diez cuadras de ida,
y llueve …
Y no encontrás la plata,
Y se te olvidó como iba a terminar el condenado poema.
Pero que importa, si no anda la birome…

Tampoco vas a cortarte la muñeca para terminar de escribirlo en rojo.
Porque ni que fueras Rubén Darío.
Además entre la sangre se perdería el preciado vino…
Y no encontrás las monedas
Y vino es todo lo que quieras ahora.

Menos mal, viejo, que querías tomar menos…
Como las biromes de China,
amigo,
ya sabemos que esas promesas nunca funcionan
¿¡En tonces para que la compraste!?

¡Sos un vicioso de porquería que no sabe donde tiene la cabeza!,
Eso sos, aceptálo..
Ni la cabeza,
ni las llaves,
ni la plata,
¡Un tonto que va por la vida comprando baratijas!

¿Lo sabías?
Y si lo sabías, marmota,
¿porque no fuiste al kiosco antes de las dos de la mañana?
Ahora hay que mojarse.

Si,
mojarse la cabeza de pájaro.
Porque te conozco, y vas a ir a comprar ese vino
como si fuera un remedio para tu abuelita.

Así tengas que romper la recontrajodida puerta de calle,
así sea el fin del mundo.
Porque vino es todo lo que quiero ahora.
A la merda la birome,
a la merda el poema.
A la merda descansar,
el sueño no vino.
Y no encuentras las monedas,
Y puteas en voz alta,
“¿Cómo puede ser alguien tan desordenado?”

Y las llaves no aparecen,
Y en la radio dan la hora,
y llueven,
y llueven,
y llueven,
recontrapodridas gotas sucias que ojalá fueran vino…


(León, de circo con los dientes redondeados, pero león al fin...)