El portador

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¡Llueve!, son las 4 de la mañana y estoy despierto. Fue brusca la forma en que me levante de la cama, quizás el sollozo tempraneo tuvo algo que ver, Como el ruido de las gotas golpeando el techo es muy fuerte, de seguro por eso me desperté.

Existe otra razón que me agobia y me impide dormir, ¡es el Sida!... Estoy aquí, “parado”, viéndome al espejo, detallando manchas que esta enfermedad ha colocado día tras día en la piel. También me doy cuenta que he perdido varios kilos, mi rostro es considerablemente delgado, incluyendo los rasgos faciales. Siento cansancio, me arde el estómago con tantas pastillas ingeridas diariamente, aproximadamente 11 cápsulas.​

Acepté lo que soy, se lo que soy, aprendí de lo que solía ser. Tal vez hoy día desvanezco por la mal intencionada opinión de mentecatos, pero estando en el rincón del desprecio, muchas más tendieron sus manos con amabilidad y comprensión. Pude entender las maravillas hechas vida, aún recordando la condición que porto y los instantes desesperados. Encontré auténticos amigos, la excusa para permitirme sonreír, la auténtica vida, ¡ la cura para el sida!.

"Narración ficticia"​

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