El primer día.

Me levanto con aliento de cigarro
y me digo “es lo mejor”.

La dentista me sonríe y pregunta
¿tomaste?, sabe que sí.

Mientras me taladra la muela
y miro directo a la lampara
me digo “es lo mejor”

Sentado en la pesera
veo a una mujer indigente
dormida entre basura
y me digo “Rigo, es lo mejor”.

Como con mi madre
hablamos del pollo y de Dios,
miro mi plato, con caldo amarillo
y me repito “es lo mejor, es lo mejor”.

Es de noche, me acuesto
con los brazos estirados
viendo el techo azul disparejo.
Y me digo, en voz alta: Es lo mejor.

Pero su nombre se va desapareciendo del techo
su voz se descarapela en la pared,
las huellas de su mirada se desvanecen en el piso.

Estamos solos, el aire caliente, los mosquitos y yo
otra vez.