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El principe de los genios

Tema en 'Poemas sociopolíticos y humanitarios' comenzado por PROMETEO55, 26 de Julio de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 1081

  1. PROMETEO55

    PROMETEO55 Poeta recién llegado

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    21 de Julio de 2010
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    EL PRINCIPE DE LOS GENIOS



    Un poderoso mago encerró al hermoso príncipe de los genios en el cuerpo de un mendigo feo y harapiento. Como sabía que con su nueva imagen le sería muy difícil atraer a alguna mujer para que le diera un beso y lo liberara del encanto, el príncipe suplicó al mago que la condición de libertad no fuera un beso, sino una sonrisa sincera. El malvado mago accedió, no sin antes arrebatarle del rostro todo aquello que pudiera inspirar algún sentimiento agradable. El príncipe cerró los ojos resignado y su cara fue transformada en una mueca………

    —¡Auxilio, auxilio, auxilio! —Gritaba el pobre mendigo— mientras pensaba cuánto necesitaba ahora un beso. En medio de su desesperación, vio pasar a una hermosa rubia. Se le acercó con cautela y le explicó que era un príncipe caído en desgracia y que su salvación estaba en la posibilidad de recibir un beso puro.

    La rubia de ojos de fuego, entornó la mirada y apresuró su paso, dejando al mendigo en medio de sus súplicas, quien entre gritos le decía que también era un genio y que su acción sería recompensada con un deseo cumplido, si accedía a besarlo. Al escucharlo, la dama se detuvo y regresó. Ladeó la cabeza buscando alguna señal que le indicara que el mendigo decía la verdad, pero al poco rato se cansó y concluyó que un genio jamás podría estar encerrado en un cuerpo humano y mucho menos, en el cuerpo de un mendigo. Recordaba que los genios suelen vivir en botellas y ánforas, así que sonrió dulcemente y siguió su camino.

    Apenas la damisela esbozó su sonrisa, el príncipe fue liberado del conjuro, retomando su condición de príncipe y genio. Siempre supo que era más fácil obtener una sonrisa sincera que un beso de amor. La rubia al voltearse, se encontró con unos ojos que la miraban fijamente, como pidiéndole que les creyera que en verdad era un príncipe, pues el mago no pudo opacar jamás la fuerza de su mirada.

    Las sonrisas y los besos son obsequios divinos que damos sólo cuando queremos, no a petición de una de las partes, pues de esa forma sólo son muecas ese era el conocimiento que nunca tuvo el malvado mago y que el astuto príncipe uso para su salvación.

    Hoy restituido de su poder y esplendor, el príncipe no se olvida de la sonrisa salvadora, y busca afanosamente a aquella rubia que logró ver su alma, a pesar de las apariencias.

    Si eres tú mi dama de mágica sonrisa, ¿qué estás esperando para pedirme el deseo que prometí a la que me librara del encierro?
     
    #1

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