El principio del fin I

Binaria madrugada de negra obsidiana
se postra, expuesta en mi ventana reclama.
Al poeta el folio caducifolio blanco alma pura,
más la noche es secreta de insomnio sin cura;
siempre será espina asfaltada al poema
siempre será laguna de ebrias penas olvidadas.

Clama mi ventana asomo, sábana destejida,
pomo oxidado de inspiración marchitada,
herida sin costura, bravura y coraje de vida.
Allí mis ojos, dos lunas ante la única luna
son minoría absoluta, mota y minucia,
vacío astral es mi mirada en esta madrugada;
donde la noche me llama y amanece, poesía.

Acto II Delirios de lo humano
¿No te murmullan las paredes?
Y las sombras del anochecer te asedian
mientras crepitan cada rincón y te eclipsan.
Insólito es lo recóndito del pensar humano,
absurdo, inmundo mundo en mis manos.
¿Por qué crecemos arrastrados por la programada soledad?
monotonía, depresión revestida de libertad moderna
que se desnuda y deja ver la celda y nos arropa en la cama…

La vida es un conjunto de ventanas que no dicen nada,
y muy escasos son los que dejan de mirarlas engañados.
Y cada vez son menos los que rompen esa falsa ilusión,
los que quiebran el cristal que nos han vendido a plazos,
y se voltean dando la espalda a los delirios de los deseos mundanos.

¡Despertad! La libertad no está en nuestras manos
¡Levantaos! La libertad está en el abismo de uno mismo,
en la introspección de lo obscuro que en nuestra psique ocultamos.

No hacen falta milagros, hacen falta libros…
No son necesarios los signos, sobran los adoctrinamientos...

Idiotizados por norma, moriremos en el fango indigno,
perderemos los derechos que con sangre y muerte conseguimos,
viviremos en el exilio de los valores, disfrutaremos ser borregos…

Acto III Fiesta de opulencia
Retroceso, decadencia, luces, excesos, lujos, necios, drogas, buitres.
Marea de mareados, vidas en rebaja, migajas de las migajas, arrastrados.
Cárceles en aulas, almas sin aura, palabra sin voz, sueldos fijos al cinismo.
Voto estúpido, mentes censuradas, medios que median élites del miedo.
Rebaño obeso y preso, impreso en la ceguera de la opulencia impuesta…

Acto IV Somos cigarrillos

Añil letargo del tordo humo de tu cigarro,
y miras tristemente como vuela incandescente;
el humo, digo, tu alma también sube al cielo.
Con un ojo abierto vigilando su mareado curso,
y con el otro cerrado soñando abrazarle;
al humo, digo, que sube y se pierde sin rumbo.
Se creen que es bonita la pose, el retrato,
y nadie ve lo que tú ves, nadie lo verá, mueres;
el humo que sube y desaparece, eres, consumido.

PD: Les presento uno de mis poemas recitado en el canal de youtube sociedad poesía, así mismo os invito a conocer mis creaciones y las de mis compañeros poetas/poetisa, sin olvidar que podéis contactarme para participar en el canal y en el proyecto Sociedad Poesía, saludos y un fuerte abrazo.