El problema

El problema

Son inmunes
a la falta
de esperanza.

Están blindados
contra el miedo
a la muerte.

No están
obsesionados
con la carne.

No necesitan
cigarros, whiskey,
porros, farlopa,
fármacos, terapia,
ni siquiera
le entran
al café.

Se duermen
como sacos
de cemento,
y sus sueños
les halagan
y compensan.

El rencor
resbala
por su risa.

La vanidad
es solamente
una palabra
que desconocen.

En un charco,
ven el mar.
En un perro,
un prodigio.
En la luna,
pura magia.

El dinero
les resulta
algo abstracto,
sin sustancia
ni aliciente
verdadero.

No sufren
por creencias
ni la ausencia
de las mismas,
pues todo
y nada
es igual
de posible
para ellos.

Todos fuimos
así
alguna vez.

El problema
es ser capaz
de recordarlo.