El reencuentro en otoño

EL REENCUENTRO EN OTOÑO


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Sucedió en otoño, cuando empezaban a salir los primeros brotes verdes sobre la tierra que el verano ha secado. Esperaba que aquel día fuese distinto, muy especial, y lo fue. ¡Vaya si lo fue!

Estaba citado en la cafetería del un pueblo de la sierra con Rosa, la mujer que había conocido en un foro de Internet para entablar relaciones íntimas. Tenía previsto cenar con ella ese día y después, si todo resultase bien, pasaríamos un día y una noche juntos el fin de semana siguiente. Solo queríamos vivir una aventura de un día, uno solo, donde se cruzasen nuestros caminos; después seguiríamos nuestros rumbos diferentes. Sentía que mi tiempo se escapaba y quería vivir la última aventura amorosa. Los dos queríamos seguir con nuestros cónyuges, no queríamos romper una relación de más de 30 años; pero la monotonía nos impulsaba a esta aventura única. Todo lo bueno que se repite deja de ser bueno. Es así de simple. Nos enviamos mensajes en el foro durante más de un año. Creo que los dos fuimos sinceros, al menos yo lo fui. Quería vivir mi última aventura para acariciar su recuerdo durante los últimos años de mi vida.

Mientras esperaba, miré la foto que me había enviado Rosa por Internet. Me había dicho que vestiría un gorro de lana amarillo con una borla verde, una bufanda naranja y un abrigo marón. La combinación de colores no era muy buena, pero llamaba la atención y servía para identificarla. Pasaban ya más de 20 minutos de la hora citada, pero no me preocupé, porque toda mujer que se precie llega siempre tarde, sobre todo a la primera cita. No quiere mostrar demasiado interés,

Entonces vi desde la ventana de la cafetería, acercándose desde la otra acera, a la mujer con el gorro de lana amarillo, la borla verde y la bufanda naranja. Sentí la emoción mas intensa. Pero… cuando cruzó la puerta, enseguida descubrí que no era Rosa, era Hortensia…¡Mi esposa!

Esta escena resulta divertida en las comedias de enredo, pero no la deseo para mi peor enemigo. Pensé que mi esposa había descubierto mi clave de acceso al foro, conocía mi relación con Rosa y pretendía burlarse. El corazón empezó a latirme a tope y mi piel se volvió pálida, como la de un muerto.

Ante un peligro, nuestra naturaleza está programada par acelerar el corazón y desviar la sangre que riega la piel hacia los músculos; así se facilita la defensa o la huída. Desgraciadamente, en este caso, el programa natural de defensa no servía, no podía defenderme ni huir porque mi esposa ya me había visto.

– Hola, Alberto, soy Rosa – me dijo llamándome por el nombre falso que había empleado en el foro.

Sonreía igual que si efectivamente hubiera sido Rosa, no tenía el ceño fruncido, como cuando se sonríe irónicamente. Me sorprendió mucho su actitud amable, parecía sincera.

– Hola, Hortensia. ¿Por qué te llamas Rosa y me llamas Alberto? ¿Qué hacer aquí? – dije simulando asombro.

– He acudido a la cita, igual que tú. Los dos deseábamos lo mismo. Descubrí por casualidad que buscabas una aventura cuando te olvidaste un día de apagar el ordenador y encontré tus mensajes en el foro. Después decidí relacionarme contigo en el mismo foro para intentar seducirte de nuevo. Antes de la cita, para identificarme, te mandé una foto cualquiera que encontré en Internet. Quería continuar con esta farsa para demostrarnos lo absurda que es la incomunicación. Una infidelidad anula a la otra ¿No? Ja ja ja …

Después de reír, me dio un besó sonoro en la mejilla, igual que cuando nos conocimos, hace ya tanto tiempo…

– Sí… Sí… Claro – respondí sin salir de mi aturdimiento

Ella, en cambio, tenía el discurso bien preparado:

– He pensado que podíamos empezar de nuevo, en vez de separarnos, como suele hacerse en estos casos. Podemos empezar una nueva vida juntos. Nuestros hijos ya se han emancipado y nosotros estaremos jubilados antes de un año. Podemos trabajar en alguna organización para cambiar el mundo, como hacíamos cuando nos conocimos.

– Sí… Sí… Claro. Por favor, vámonos ahora a pasear por la alameda del río. Necesito respirar aire fresco. – respondí, después de una pausa, cuando empecé a recuperar la calma.

– Vamos. Yo también necesito respirar y pensar hondo. Estoy aturdida, pese al tiempo que he dedicado a preparar mi discurso.

Paseamos por la alameda en silencio. En el horizonte se veían las cumbres de la sierra cubiertas por la primera nevada del otoño. El viento fresco empezaba a desprender las primeras hojas amarillas. Nunca me había parecido tan bello el otoño. Entonces la besé levemente en los labios, igual que la primera vez, y pensé que el próximo fin de semana sería encantador.

 

Ayyy Antonio qué relato más subyugador, he empezado a leerlo y no he podido parar hasta llegar a su final... Me he puesto en tu piel y en la de ella y me he dejado llevar por todas las emociones que tan bellamente muestras, he sentido ese bochorno jejeje y he sentido la necesidad de tomar aire fresco jejeje... me ha encantadoooo leerte amigo. Besazos llenos de cariño y de admiración....muááááácksss....

 

Ahhhhh que belleza!!! Hermosisima y muy profunda historia, por desgracia muchas parejas caen en la incomunicación, en no seguir compartiendo lo diario y el sentir de cada uno, por aquello de que: ¿Porque decirle te quiero si ya lo sabe? Ojala todas terminaran de esta manera, volviendose a enamorar paso a paso, como la primera vez. ¡Simplemente hermosa! Un verdadero placer disfrutar de su maravillosa prosa, Antonio del Olmo, reciba la más cordial felicitación y saludo.

 

No soy el protagonista de esta historia, es ficticia; pero creo que puede suceder. Creo que la comunicación sincera es imprescindible para mantener el amor.

Gracias por tu amable comentario. Feliz primavera junto al Darro, el Genil y la Sierra Nevada.

 

Hermosa historia Antonio, con un afortunado final que es más un nuevo comienzo, lo peor que le puede pasar al amor es que sus detalles dejen de sorprender, que se pierda la chispa, un enorme placer leerte, besos.

 

¡CONMOVEDOR!
Jooo. Antonio, has logrado que me meta en el papel y me sintiera Alberto, sin saber si estaba colorado o descolorido, jejeje.
Lo he pasado mal, pero bien al final disfrutando del aire fresco que trae tu amoroso cuadro otoñal.
¡Uffff, para soplar! Jejeje.
Un gusto acompañarte desde la ventana, jejeje.
Salud y buen fin de semana.
Vidal

 

Así es, Daniel. El amor tiene que renovarse cada día para que no se apague, aunque pasemos muchos años juntos.

Salud, ventura y amor.

 

Así es, Mariposa. Tenemos que cuidar el amor todos los días. Todo lo bueno, por muy bueno que sea, si se repite deja de ser bueno.

Feliz primavera.

 

Lo pasó muy mal el protagonista ¡vaya bochorno que sufrió! pero al final renovó su amor en otoño. Bien está lo que bien acaba, aunque empiece mal.


Salud, ventura y feliz fin de semana.

 

Antonio, me ha transportado por el camino del suspenso y de la ansias nuevamente. Una prosa que cuenta con los elementos suficientes para engancharnos desde el inicio; su temática es excelente: sentí como un balde de agua fría cuando llegó Hortensia, me daba hasta miedo seguir leyendo lo que iba a suceder,pero las ganas de conocer el desenlace fue mayor. Hay una enseñanza grande en todo esto y es el valor que le restamos a una relación cuando se sigue por el monótono camino; nada peor que la costumbre para el amor; ojalá todos los casos como estos se solucionaran de este modo o al menos las parejas tuvieran un poco más de iniciativa por cambiar algo de su situación, porque al final, todos tenemos problemas pero sólo el amor y la comprensión nos llevarán por buen puerto, como en este relato, el cual aplaudo de pie.
Reciba más sincera felicitación y un abrazo fraterno desde Costa Rica.
Darío.

 

Así es, Darío. Tenemos que cuidar el amor día tras día, aunque pasen muchos años siempre puede renovarse.

Te mando un abrazo desde Madrid, cruzando el océano Atlántico.

 

Será que el amor pueda darse una segunda oportunidad?

Después de leer, podría pensarlo, que le puede pasar a alguien, en algún lugar del universo.
Bella historia.
Saludos

 

Muchas gracias por seleccionar este sencillo relato.

Feliz verano.

 

Creo que estas historias no son raras, se repiten continuamente; pero, normalmente, terminan mal, muy mal, con una escena tragicómica.

Gracias por el comentario. Salud y ventura.