El Robo De Un Beso

Perdonadme, señora,.... ¡soy un ladrón!
cometí el agravio, con mucha osadía,
de robarle un beso antenoche,
justo cuando le daba la despedida.

Una luciérnaga denunció mi sombra,
sombra tremante por aquel roce,
que hurtaba el néctar de su sensualidad
para no regresarlo sin brindarle goce.

El deleite de sus labios estremeció
el ansia trascendente de un deseo carnal
y escapar ya no quise a esa tentación
de seguirme robando aquel beso inmortal.

No tengo coartada que proveer,
ni testigo encuentro que me sea fiel:
tan sólo el recuerdo del saqueo voluntario
de sus carnosos labios, dulces como la miel.

No me arrepiento nada del terrible delito,
valiente y con arrojo espero mi sentencia.
Besar sus labios rojos, ¿será ése mi castigo?
"¡Que NO!"-declaro ufano-"Pues será privilegio
cumplir esa condena ¡si tengo su presencia!"

Julio Cesar - Una Vida Poetica