El robo del corazón de la Reina -parte 2ª-

¿Cómo pudiere a tan aciago destino
Escapar conservando
Lo único que poseo y estímo,
Cuando dos fuerzas
En mi toman formas apuestas?
La una sigue la senda de la vida
Mas la otra, por una linde más temible
Me lleva, buscando algo sublime.
Este camino tortuoso comenzó
El día en que Ella del carro bajó.
Su rostro suave como la seda
Reflejaba, cual nieve, los rayos del Sol
Su pelo cual negro velo
Causo dentro de mi un revuelo.
En sus ojos de esmeralda
Un verde fuego arde y no se consume
En los que pareciere
Que arden los corazones de todo aquel
Que cautivó con su oscura sonrisa,
Y su cuidada caricia.​