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El rumbo de la inconsciencia

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Jack82, 11 de Marzo de 2021. Respuestas: 3 | Visitas: 399

  1. Jack82

    Jack82 Poeta recién llegado

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    Temía por la vida de ella por encima de todas las cosas, y por saberse impotente ante el ataque de ese grupo de hombres que les miraban desde una confortable posición de seguridad, en aquel salón alfombrado del sótano de un edificio que pasaba desapercibido entre los demás, y al que seguramente nadie les había visto acceder.
    Acababan de llegar tras un agotador y largo viaje en un taxi destartalado a una de las ciudades más turísticas de aquel país, y sólo estaban buscando alojamiento para pasar la noche y darse una ducha. Sin saber por qué, se encontraban en aquel lugar en el que parecía que la vida transcurriera mucho más lentamente que en la ajetreada calle de la que venían.
    De esos siete hombres que rondaban por la habitación, sólo uno hablaba castellano. Algo en su manera de dirigirse al resto y en la forma en que estos se movían a su alrededor, le dotaba de un halo de liderazgo. Fue ese tipo que andaba descalzo y sin pudor por mostrar aquellos encallados y deformes pies, el que y les invitó a sentarse y tomar un té. Se vieron obligados a aceptar a pesar del cansancio y la sensación de amenaza que les acechaba desde que bajaron el último peldaño de las escaleras que conducían a ese lugar.
    El tipo se percató de que las miradas de la pareja ya habían reparado varias veces en sus pies, y aprovechó la oportunidad para romper el hielo y hablar de lo que a él le interesaba. Dijo que no usaba calzado porque era jinete profesional, y que esa deformidad le venía de usar los pies prácticamente como manos para sujetarse a la montura del camello. Sin dar tregua, siguió hablando a cerca de un movimiento de liberación del estado opresor que, en parte, se sustentaba de viajes organizados al desierto, y en los que tendrían la oportunidad de ver la tribu Tuareg y pasar la noche en alguna de sus jaimas por un módico precio.
    Aquel tono de voz y determinación, estaba más cerca de "una oferta que no podéis rechazar" que de cualquier otra cosa. Probablemente el tipo sólo intentaba venderles un viaje, y el resto no tenía nada mejor que hacer que deambular por allí, pero la pareja sólo vio como opción viable para salir de esa más que incómoda situación, aceptar el viaje del que, sin titubeos por parte del aparente líder de ese supuesto movimiento de liberación, <<hablarían al día siguiente>>: cuando descansaran en la pensión a la que ellos les llevarían.
    La sensación de acoso se había adueñado de sus mentes y comenzaba a pesar infinitamente más que las mochilas que volvían a cargar sobre sus espaldas, para abandonar aquel sofocante lugar en el que habían perdido la noción del tiempo.
    Finalmente les acompañaron a la salida, y uno de los que deambulaba por la sala durante la conversación les condujo a una pensión que estaba a escasos metros del lugar que acababan de abandonar. Tomaron la llave en la recepción de una casa que no tenía ningún cartel que la anunciara como Hostal. Subieron a la segunda planta, más empujados que guiados por el hombre que les llevó hasta allí, y que no se despegó de ellos hasta que la puerta de la habitación se cerró ante él.
    Se miraron sin decir nada bajo la luz de la única bombilla que iluminaba el cuarto, y a continuación miraron a su alrededor. Respiraron varias veces antes de intercambiar alguna palabra. La chica reparó en la ventana abierta que daba a una terraza y sin dar explicación alguna la cerró. Él asintió en señal de aprobación. Sabían que aquella noche no iba a ser agradable y que aún sin haber más altercados, no conseguirían pegar ojo. Trataron de acomodarse mientras digerían lo que les estaba sucediendo y pensaron en fugarse de aquel lugar como si de una celda se tratara. Se sentían indefensos, y una vez en la cama, hablaron de los pasos que darían al día siguiente para zafarse de aquel grupo de hombres de los que ni un esbozo de sonrisa había ido dirigido a ellos. Apagaron la luz y escucharon. De la pensión sólo el silencio. De la terraza llegaba algo de ruido de gente que pasaba por la calle, aunque desde su ventaba no habían logrado ver ningún resquicio de calle; a penas la retorcida silueta sin hojas de la rama de un viejo árbol. Finalmente el cansancio pudo con ellos, y acabaron durmiéndose sin haberse despedido como de costumbre.
    A la mañana siguiente, él abrió los ojos y enseguida recordó todo lo sucedido. A continuación giró la cabeza hacia el otro lado de la cama, pero ella no estaba. Se levantó de un salto tras llamarla varias veces en un tono contenido y no recibir respuesta, y cuando miró hacia la ventana que ella había cerrado nada más entrar al cuarto, se la encontró entornada. Su pulso se aceleró cuando no encontró resto de las pertenencias de su pareja, ni atisbo que le indicara que alguien había entrado y se la hubiera llevado en contra de su voluntad. Trató de recordar algo que pudiera haber escuchado en sueños, pero enseguida descartó esa opción porque sabía que el simple hecho de haberse levantado para ir al servicio, lo hubiera puesto en alerta. Se vistió e introdujo en la mochila lo poco que había sacado de su equipaje antes de dormir, y bajó hacia la portería en busca de respuestas. La mujer que les dio la llave y que tampoco hablaba su idioma no tardó en aparecer. Él le preguntó con monosílabos y ella enseguida negó con mirada esquiva. El insistió ayudándose con gestos, y ella le contestó con un tajante NO. Desconcertado salió a la calle en su búsqueda, y fue directo al lugar de la noche anterior, pero la puerta estaba cerrada y no vio a ninguno de aquellos hombres por ningún lado. Después de varias horas dando vueltas por los alrededores y preguntando a la gente de los comercios colindantes, acabó por dirigirse a un policía que pareció no entender nada. Empezó a notar el sudor frío que recorría todo su cuerpo, y trató de bloquear los pensamientos que le invadían antes de seguir haciendo conjeturas.

    Me lo encontré parado en una esquina cuando nuestras miradas se cruzaron. Según me contó, llevaba varios meses deambulando por aquellas calles desde su desaparición, y aún habiendo denunciado en la embajada y puesto carteles por toda la ciudad, no había obtenido respuesta alguna. Después de lo que me había contado no encontré frase que tal vez pudiera animar a aquel muchacho de mirada perdida. Le invité a tomar algo, pero me dijo que debía seguir con su búsqueda, así que después de intercambiar nuestros teléfonos y direcciones, cada cual siguió su camino.
    Escucho una vez más el contestador de su teléfono como única respuesta de su paradero, y tras haberle enviado una carta que quizá nunca llegue a sus manos. Quizá siga deambulando por aquella ciudad, pero prefiero pensar que la acabó encontrando en una de esas jaimas sana y salva, y que tras fundirse en un abrazo habían continuado su aventura a través del desierto sobre un camello, tal vez.
     
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  2. Alizée

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    Qué historia mi Apreciado Amigo y Poeta @Jack82 , intensamente desgarradora. Es atrapante la manera en que lo plasmas, en que lo relatas, yo también decanto por la opción que elegiste, ojalá que la haya encontrado y que continuasen su viaje por ese desierto -casi protector- y no por ese desfiladero donde alguna clase, cierta clase de humanos te orillan a deambular por el daño que te hacen. Es elocuente y se siente cada detalle... Tremendo. Muchas Gracias por compartir tu Arte. Te saludo con grande afecto, admiración y deseándote siempre lo mejor, naturalmente
     
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  3. Jack82

    Jack82 Poeta recién llegado

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    Creo que es el texto más largo que nunca he escrito y tengo la sensación de que se me va de las manos en algún momento, gracias por hacer el esfuerzo de leerlo. "Bajo el cielo protector" es una película que me inspiró a escribir esto, no sé si tú lo hayas relacionado o conozcas la película. De cualquier manera un honor recibir tu comentario. Abrazo!
     
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  4. Alizée

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    Tengo como referencia el libro, de P. Bowles, una inigualable descripción del desierto del Sahara -buscaré la peli, y he de decirte que para mi es un placer leer, y no tuve que esforzarme para que me introdujeras en la trama de tu escrito de principio a fin. El honor también es mío @Jack82
     
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