El Señor de la vida

Un armazón de tinieblas

ata a veces mi corazón..

Entra silenciosa

por los poros de mi cuerpo.

Tengo que poner

una luz fuerte en mi alma,

una hoguera

que arda siempre

ante un vigilante

que no se duerma,

que cante melodías alegres

para que rompa el hechizo

de la niebla que se cuela

hasta dentro de mi .

Pido a mi voluntad

que este siempre atenta,

pero a veces duerme

en un sueño de tristeza.

Ruego al sol que se que me alegra,

me da toda la vida que tengo ,

pero de noche se ausenta

y sale la luna

enigmática y triste,

cubierta de plata fría.

Ruego a Dios con palabras y llanto

y me responde el silencio de mi ser,

de mi bien y de mi mal,

el silencio que me hace caer tanto

que me ahogo en la hondura,

en soledad.

Solo la ausencia, la desnudez

me hace levantarme otra vez,

encender el fuego de mi vida,

disfrutar de las flores,

llorar,

desear que Dios me ayude

a vivir en la vida,

morir en la muerte,

y luego…

No se si un luego habrá,

aunque Dios exista en la vida.

 

Describes bien estos sentimientos que a veces nos atenazan y como hay nque estar vigilantes para evitar esos soplos que apagan los fuegos de la ilusión por vivir.

​

 

Un placer Maramin tus palabras
Un abrazo
Maria

 

Gracias Jazmín por tus preciosas palabras y tu trocito de historia. Veo que me entiendes bien
Un abrazo
Maria

 

Siempre me animan tus palabras, amigo Paco.
Un abrazo grande
Maria