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El sentimiento tendido en la cama

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Octaviano Mundo, 30 de Octubre de 2023. Respuestas: 0 | Visitas: 97

  1. Octaviano Mundo

    Octaviano Mundo Poeta recién llegado

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    1 de Noviembre de 2019
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    Género:
    Hombre
    El viento se enfureció durante la madrugada. Hizo temblar las ventanas del balcón. En la avenida, se había ensordecido el eco rugiente del motor de los coches que la atravesaban...
    La noche, era un leviatán, que engullía en la sazón de una tristeza que me asfixiaba el juicio. Y visitaba en el desasosiego, la aplastante atmósfera del dormitorio, que me impedía cerrar los ojos.


    Cuando lo hube logrado, pude ver a través de un empañado reflejo, la superficie de mi mirada. Me zambullí, adentro de su contenido; como una lágrima de la esencia del espíritu que albergaba, vertiéndose en el negro sumidero de sus profundidades. Y me dispuse, a través de los canales sanguíneos del ocaso, a bucear por las venas lunares.


    Llegué, como la sed de la sal a la caverna de sus labios; en el poso abisal del subterráneo de la almohada. Era un andén silencioso; en el regazo de un monte... Una ingrávida criatura, sentada; frente a la luz de una marquesina, repleta de puntos de un trayecto que jamás pude recorrer, esperaba sentada al amparo de la nada.


    Tomaba a bocanadas de anhelo, la húmeda plata del solitario techo de las estrellas... Tal era aquel anhelo, que sus suspiros esparcían una pálida neblina melancólica, que se clavaba en mi pecho al respirar, como un rocío de cristales rotos en los pulmones. Y aquel dolor, me fue familiar.



    Y quizá, el tiempo tenía ahora el peso de los actos, porque sus palabras y su amenaza eran cada vez más convincentes. Y aunque mi dormitorio era una bañera; dispuesta para el suicidio de la esperanza, asfixiada en un poso de horror, yo tuve que apresurarme, para quizá despedirme de él en su nido de engendros...


    Y estaba allí. Como un desastre naval atorado; ya sin destinación. Era un corazón arraigado a las arterias verdes de óxido de las marismas; casi paralizado;
    al fondo de la guía de los faros del sábado invernal. Ensartado en las anclas del Sol; arraigadas desde las ventanas encendidas del hotel, frente a la playa plateada de las noches tropicales en un callado banco...


    Allí, soñando con la llegada de una sirena compasiva; era un jóven ante los vientos que soplaban hacia los muelles; hacían girar a las gaviotas, libres sobre su tribulación; y tal vez, se dirigían más allá hacia el calor de los refugios hogareños de la infancia en una maraña gris absurda.


    Y anhelaba todo aquello, pudriéndose longevamente en su propio olvido. Y en el hilo vital de su febril fantasía, en el estómago del carril vacío de una medianoche pasada, abrazaba los etéreos espejismos; besaba la vaporosas dunas del torso de un oasis onírico, que de día eran el polvo y la ceniza en el fuego del hiriente día.


    Ojalá, y que los trenes flotasen en el abismo. Subiría junto a tí, por el psíquico elevador de la tráquea del inframundo; te agarraría de la mano como a Perséfone, aunque tus pupilas estuviesen condenadas de antemano a petrificarse; y antes de cegarse por completo, si pudiera demostrarte que el amor existe fuera de las sábanas y las almohadas, lo haría sin dejarte morir otro poco, cada albor bajo mi consciencia.
     
    #1
    Última modificación: 30 de Octubre de 2023
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