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El soldado y la muerte

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por carlos lopez dzur, 19 de Noviembre de 2008. Respuestas: 0 | Visitas: 7436

  1. carlos lopez dzur

    carlos lopez dzur Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    25 de Febrero de 2008
    Mensajes:
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    51
    Usted puede que no me crea que yo ví
    la muerte verdadera; es un profundo delirio
    que uno se trae, humedecido por culpas.
    Tal parece que comienza por haber estado allí,
    con el fusil en mano, y lanzando granadas, a mitad del miedo.
    Uno mismo levanta este delirio como si fuera
    el cadáver de un soldado compañero.

    Yo estuve en las aldeas, borrando mi consciencia,
    hasta que vino la Muerte y me alcanzó por la espalda
    y quiso desangrarme. Entonces, me arrastré
    hasta una encrucijada, yo ví los tres caminos
    que van al inframundo, ese lugar
    donde admites ‘estoy muerto, ya de mí
    no existe nada’; usted puede que me crea
    o no coincida conmigo.

    En la muerte no se está muerto
    hasta que viene una Mujer / una hermosa mujer /
    tal como uno la quiere para que sea la esposa,
    la novia, o la hermana... yo no sé su nombre,
    pero Ella viene y te arrastra a una orilla,
    río de puro olvido, río que parece agua
    (pero que está formado de pensamientos,
    tus burbujas de penas, o lamentos).

    Ella es la que después que bebes del Olvido
    te dice qué es el alma,
    te dice que el alma es verdadera
    y es como mente, aguda y clara,
    precisa, profunda, más abarcante
    que lo que habías conocido.
    Es algo más grande que la mente,
    más inmenso que todos los cuerpos
    y los campos de batalla de este mundo.

    Usted puede que no me crea,
    pero yo confirmo ahora que el alma no muere,
    que una mujer viene y la salva
    y te lleva a un antepatio antes de que veas
    paisajes familiares que fueron tu rutina,
    tu ensueño con la guerra, el deber,
    el regreso, la patria. Tu mundo.

    Ella te da un consejo: Aprende.
    No bebas ni comas demasiado.
    No utilices torpemente tu cuerpo
    (no lastimes a otros para que no te lastimes).
    Atesora este recuerdo para que seas bendito.
    No voy a llevarte donde juzgan las almas.
    Vas a sobrevivir cada herida si me guardas
    dulcemente en el recuerdo...

    08-05-2002 / El libro de la guerra
     
    #1

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