el tiburon despechado

El tiburón blanco despechado

Había un tiburón blanco que se alimentaba en lo mas profundo del mar, era solitario y así le gustaba alimentarse, era muy temido por todos los peces del mar por su furia salvaje y su manera cruel de matar, era ágil y uno de los mas bellos ejemplares de la región, le gustaba descansar el fondo del mar donde el agua es mas fría, allí se sentía mejor. Tuvo varios encuentros con otros tiburones por el alimento, que a el no les daba miedo pues era sanguinario y feroz cual asesino brutal, todos les temían quizás por eso también seria que vivía solo el gran tiburón blanco en el fondo del mar.
Siempre al acecho pendiente de todo, nadaba el tiburón blanco y siempre se daba sus buenas cenas. Este ejemplar a pesar de ser tan feroz era de buen corazón, pero nadie de eso se podía enterar no valla a ser que el respeto le pudieran faltar, así que este con su gran tamaño sus dientes en fila grandes y filosos se hacia respetar.
Era un fuerte y joven tiburón, que una vez una red de pesca rompió con sus dientes y su gran fuerza y escapo de esa trampa mortal, era admirado por las tiburones hembras era el ídolo de todas y el se les acercaba de vez en cuando como todo macho tiburón.
En las corrientes fuertes del mar es donde se lucia más el amigo tiburón, pues parecía que no le impedía nadar ni las corrientes mas fuertes lo hacían variar su curso al tiburón, que con sus aletas coqueteaba a las tiburones damas que el solía conquistar, dicen que el tiburón amigo tenia muchas amigas y que tenía cazones regados a montón, Eso si era un tiburón sano que solo se alimentaba de peces de gran tamaño y sabor.
Y aunque siempre estaba solo no faltaba algún tiburón hembra que se le acercara por su fama de tiburón macho, pues era conocido de todas que el era el mejor tiburón del mar pacifico por su tamaño estampa y su gran valor, por eso nunca le faltaba alguna damisela para hacer el amor.
Eso si era muy tiburón que a muchas hembra el solía amar, no sabia cuantos cazones suyos había por ahí en el mar porque las damas del lugar con el querían estar, y los demás tiburones de vez en cuando solían con el pelear, pues ninguna les quería dejar a los otros tiburones que también tenían necesidad.
Mas cierto día ocurrió algo fatal, digno de narrar el tiburón valiente gran cazador rey de mar un día se encontró con una bella delfina y de inmediato se enamoro, se le salían los ojos le latía el corazón de prisa no lo podía creer y se preguntaba que me pasa si es una delfina y yo soy un tiburón blanco, el mas feroz de mar.
Mas el amor es así nuca se sabe cuando llega, el amor no hace diferencia si es delfina o tiburón hembra y desde ese día su vida cambio ya no se alimentaba sentía desazón, solo pensaba en la delfina y lo mucho que la amaba su fuerte y valiente corazón, trato muchas veces acercase a su amada delfina pero ella al verlo huía de temor, y el con el corazón partido le escribió poemas de amor en conchas de que encontraba en el fondo del mar.
La delfina no le hacia caso a sus insinuaciones de amor, mas cuando se sabia en todo el mar pacifico lo mujeriego que era el tiburón, se puso delgado se moría de amor se convirtió el la burla de los demás tiburones y hasta las tiburones hembras se alejaron de el, quedo solo triste abandonado por todos por culpa de la delfina a quien el le quería entregar su amor.
Los demás tiburones blancos festejaban lo que le ocurría su rival feroz, ahora tenían damas tiburones que les hacían y compañía a ellos, abandonaron al triste tiburón feroz, fue tanta su desdicha que un día decidió irse para otros mares y allá lejos matar su pena de amor.
Mas el tiempo pasaba, el con su dolor no la olvidaba, se preguntaba “como es posible que un tiburón blanco se vaya a enamorar de una delfina, esto es fin de mundo o me estoy volviendo loco”.

 

Todo es posible mientras exista la vida.
al final de cuentas, ambos son marinos no?
y aqui en el plano físico, no andamos buscando medias naranjas y resulta que nos enamoramos, de medias sandias, medios limones etc...je je es sólo para que sonrias.
Una hermosa narrativa, un placer leerte.
Ana