El tinte de Titania

Perdón señora Amalia,
¿está usted visible?,
¿o espero en la retaguardia
y voy cargando los fusiles?

¡Ya voy, ya voy!
mi siervo avaro;
¿qué priesa tenéis?

Lavando estoy
mi cuerpo caro,
y no habrá cañón
ni balas miles,
porque si hay un batallón,
será en la guerra esclavo
de mis aromas en sus desfiles.

Guarda pues el trabuco
y prepara la gran bandera,
que ya está el son mameluco
acercándose a mi vera.

Yo que creía que vos cristiana
erais dama de honor María,
y será por el moro la fama,
que sin serlo se moriría.

Comprendo el latín,
y sé de algún griego,
maestro católico en cristalería;
por eso señora le ruego:
olvídese de ese Martín
que es moro de la morería,
y guárdese bien el postín,
que les llaman marranos
por ser guarrería.

Amo a mi mozárabe
y le doy el dulce pan;
que ni es moro ni cobarde,
ni cristiano ni sultán,
ni judío que se farde…
Por su joya es un titán.

Mereceos pues, gallarda ama,
que por ser tan noble pana,
ya lo viste usted de rey
con el tinte de Titania.