1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El Traje Humano

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por Juan Oriental, 4 de Enero de 2014. Respuestas: 2 | Visitas: 1174

  1. Juan Oriental

    Juan Oriental Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    22 de Diciembre de 2005
    Mensajes:
    2.304
    Me gusta recibidos:
    457
    Género:
    Hombre
    Gervasio Millán, ha venido viviendo una vida introspectiva; como de ‘otro mundo mejor que éste’, donde siempre estuvo y está muy a gusto. Una vida de ensueño filantrópico, que de alguna manera lo eleva por sobre el común denominador social y triunfa sobre casi toda animosidad sentimental en su contra.


    Vida que duplicó para exponer públicamente y no demostrar lo íntegro que es como persona; ya que eso lo haría un tipo ‘raro’ o una víctima a los ojos de la creciente fobia humana; donde los raros como él, temidos por la omnipotencia imperante y en consecuencia por el prójimo manipulado por ésta, son discriminados, tratados de ‘todo’ menos de sensatos, o envidiados al punto incluso, de ser destruidos como ‘Cristos’, pero con pena sin gloria ni resurrección. Por tanto, relegando en lo posible su extra-mundo; a fin de aparentarse un ‘terráqueo normal’, también desdobló esa vida que ajusta sobre sí, como un traje o piel.


    Con dicho atuendo trabaja en lo que le gusta y no, saluda y trata con quien simpatiza y no, habla frivolidades en sociedad y se deja amar probando amar; porque la única vez que enamorado se quitó su armadura, al poco tiempo, un cambio de parecer de quién se decía el amor de su vida, lo dejó bastante maltrecho. En el amor entonces, más que nada, su traje resulta el escudo preventivo de su corazón; salvaguardándolo del peligro de desdenes inesperados o desamores repentinos. Y además, al no perder facultad sensorial, sino más bien incrementársele por la tranquilidad de un desempeño seguro, el uso de su cobertura anti-ofensiva, le resulta bastante placentera.


    “Si será peligroso exponer el corazón, piensa Gervasio, que aún con mi traje puesto, los golpes y estocadas del engaño y la traición, casi me lo han perforado varias veces, justo sobre el pecho”.


    Así han pasado por su vida: amores, desamores, amistades, enemistades, alegrías y decepciones de todo tipo retenidos por su atuendo, que además de impermeable a esos avatares, no tiene más memoria que la positiva que filtra sutilmente a la retentiva emocional gratificante de Gervasio y a su sereno corazón. Esto hace que él vaya por la vida como todo solitario acompañado; munido de lo que más o menos le conviene sin que nada llegue a mellar su celado corazón. En definitiva, lo que prima en éste modo de vida, es la peculiar filosofía de Gervasio: “Yo no vine al mundo a padecer más que lo natural; y nunca por mano de mis congéneres. Yo vine a vivir a mi manera. O sin otra alternativa, adaptándome al régimen de vida más benigno y feliz que exista; así tenga que vivir en una isla, desierto o polo”.


    No obstante, Gervasio, vive en su ciudad natal, porque su sentido común, más tarde le demostró que la vida viene con su kit de pros y contras dondequiera que uno resida. Así que allí coexiste a favor de ciertos pros y en contra de muchas contras y, por su antedicho sentido común, actúa consciente de que no puede hacer todo lo que se le antoje, como tampoco permitir que el mundo haga con él lo que le venga en gana. En tal caso, “deja de colaborar y que el sistema lo recluya, lo alimente o lo ejecute y listo. Total, vivir a contragusto y muriendo por desazón, sería lo mismo que vivir preso hasta ser ajusticiado”. Basado en ese orgullo de, “antes que arrodillado, muerto”, dando y negando, enfundada su real identidad, como paladín de ficción, en su forro protector, (del cual sólo se despoja en la intimidad de su casa, “para descansar de él”) al fin, vive bastante a su manera.


    Si no fuera porque envejece normalmente, podría decirse que Gervasio es una especie de Dorian Gray, cuyo retrato es su traje. Pero el atavío está incorrupto y el espíritu de su dueño, también. Sólo a veces, cuando adversidad o soledad pasan gruñendo muy cerca, Gervasio siente la falta de un abrazo humano fraterno, que su traje por sí solo no provee. Entonces, prueba abrazarse a sí mismo y como se tiene francamente, su abrazo le resulta humano y fraterno como quiere: “Como debería haber sido o ser, el abrazo de parte de alguien más. Pero no efímero, sino de por vida”, se dice Gervasio, considerando tal hecho, de momento un imposible.


    Hay un par de chispazos inspiradores de leve confianza en los ojos verdosos-castaños de una chica que, desde hace un año viaja en su mismo tren; el cual abordan y del cual descienden casualmente en el mismo horario y paradas. Personita que, con su tímida y férrea persistencia en mirarlo durante una fracción de segundo diario, como hoy al volver, motiva a Gervasio a pensar que, por perseverante ella, podría gestarse entre ambos un leve intento de amor del bueno, a ver “qué onda”.


    Durante estas cavilaciones suyas, un carterista le roba la billetera. Su traje lo protege sicológicamente nada más. No es a prueba de robos ni agresiones físicas. Sin notar la falta de su accesorio, ya en casa, Gervasio continúa con sus reflexiones: Podría aventurarse con “ojitos verdosos-castaños”, pero ni abierto de nuevo su corazón, colgaría su prenda defensora; ya que descubrió que su traje no es un traje cualquiera; es el símbolo de su abnegación inapreciada y el overol de su autoestima.


    [FONT=arial]Así que el amor tendría que aceptar el amor propio de Gervasio, uniformado, o éste seguiría felizmente ‘blindado’ y sin más cuestionamientos amorosos por el resto de su cómoda vida doble faz. Esto piensa cuando llaman a su puerta, la cual se dirige a abrir confiado en que sea alguno de sus amigos; ya que aun sin confesarles su secreto, Gervasio, tiene amigos como la mayoría de las personas. Pero no: En su puerta, parada tímidamente, está “ojitos verdosos-castaños” tendiéndole su billetera. “Vi cuando el ladrón la tiró en un cesto de basura. No tenía dinero, por supuesto. Sólo tus datos y dirección. Y como vivo cerca…”, aclaró la joven con estremecida y hermosa voz. [/FONT]
    [SIZE=4][FONT=arial]
    [/FONT][/SIZE][FONT=arial][/font]

    [COLOR=#800000][SIZE=4][FONT=arial]En medio de su perplejidad, (y por perplejo) Gervasio, entrecortadamente atinó a agradecer: “Muchas gracias…” E invitar: “Pasa, por favor… Tomemos café…o algo. Hace frío”. A lo cual, “ojitos verdosos-castaños”, asintió en silencio y entró. En cuanto traspasó el umbral, la timidez de la chica cayó como su abrigo; que resuelta y graciosamente aventó sobre un sofá, y cimbreando su hermoso cuerpo, exclamó: “¡Qué acogedor lugar tienes!” En eso, Gervasio recordó, ¡aterrorizado!, que minutos antes de abrir la puerta, había metido su traje al lavacuitas (lavarropas especial).



    [/FONT][/SIZE][FONT=arial][/font][/COLOR][FONT=arial]
    [SIZE=4][FONT=arial][COLOR=#800000]
    [/COLOR][/FONT][/SIZE][FONT=arial][COLOR=#800000][FONT=comic sans ms]
    [/FONT][/COLOR][FONT=comic sans ms][/font][/font][/font]
     
    #1
    Última modificación: 3 de Febrero de 2014
  2. ALMA GRANDE

    ALMA GRANDE Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    26 de Marzo de 2011
    Mensajes:
    3.187
    Me gusta recibidos:
    270
    Hermosa prosa, estimado amigo para amarse hay que desprenderse de toda ropa y desnudo el cuerpo, desnuda el alma el corazón se entrega. Estrellas, saludos y mi pleno reconocimiento a tu talento. Tu amigo A.G.
     
    #2
  3. Juan Oriental

    Juan Oriental Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    22 de Diciembre de 2005
    Mensajes:
    2.304
    Me gusta recibidos:
    457
    Género:
    Hombre
    Muchas gracias, mi amigo y estimado AG, por tu atención y loable criterio sobre la entrega de nuestro corazón, con lo cual coincido plenamente, aunque Gervasio, para nada esté de acuerdo con nosotros.
    Un muy cordial saludo, te envío.
     
    #3

Comparte esta página