El Tren De La Vida

De este tren el maquinista es el tiempo
y el controlador es el reloj del universo;
no tiene reversa, siempre va para adelante
y nunca, jamás, se detiene para nadie.

El presente se nos fuga ante los ojos
y del pasado sólo quedan los despojos;
el futuro no dispone de un camino ya trazado
y, por tanto, el destino final es ignorado.

Por la ventanilla discurre el mundo entero
y del hombre el drama se representa adentro;
ningún vivo puede sustraerse a este viaje
que nos lleva a todos a un idéntico paraje.

Cada pasajero tiene su exclusivo itinerario
y no se admiten categorías, órdenes ni cambios;
cada cual se vale y se comporta por sí mismo
y el único límite es su libre albedrío.

Todos son subidos y desembarcados algún día
y tienen oportunidades iguales de gozar la travesía,
aburrirse, disfrutar, ser felices o infelices,
pero todos dependen de todos mientras viven.

Mis padres por amor crearon mi pasaje
y me prepararon para tan portentoso viaje;
debo responder cómo y por qué he de conducirme
hasta cuando el maquinista de este tren lo determine.