El tren eterno.

Te vi, allí estabas, igual de bella;
Caminado a mi lado, tomando mi mano,
Allá vamos sin rumbo a las noches serenas
Al sendero eterno, a recorrer los prados.

Que la vida es corta para quererte, preguntad ahora al cielo,
No dejo todo por amarte, te doy todo para quedarme;
Amar y ser amado, por ti mi alma me juego,
El valor de andar contigo, el valor de encontrarte.

La alegría he conocido pues contigo venía,
La felicidad en esta tierra tu nombre lleva marcado;
Y no hay invierno que consiga apartarme de tu lado
Mientras tenga calor en mis brazos seré tu dulce compañía.

Pero, ¿que ves ahora alma que corres despavorida?,
Es el tren detrás de nosotros, la infeliz melancolía;
He corrido al otro lado, quise conmigo llevarte,
Te has quedado en la otra orilla y con dulzura mirándome.

¿Ya ves ahora claro el dolor de mi pena?,
¿Comprendes ahora esta soledad que ha dictado su sentencia?,
Mírate sin mí, mírate sola…
…yo estoy al otro lado esperando hora tras hora.

Siguen pasando los vagones, siguen sonando aquellos rieles,
Sigue mi soledad, mi angustia y estos miedos tan fieles;
Este tren es eterno, nos separa el destino,
Tú a un lado de él y yo al otro lado mendigo.

Nunca acaba su trayecto, separados por unos cuantos metros,
Se desplaza sin rumbo, el triste tren del silencio,
Sin poder mirarte ni escucharte vivo pegado a esta vía férrea,
Solo, abandonado, con el frío que me congela.

Separados por una inquebrantable barrera,
Los dos aguardando sin esperanza que algún día se detenga,
Me carcome lentamente la angustia de este miedo
Mientras vemos desesperados pasar el tren eterno.