El verdugo

El pasado llega
como un témpano,
que con descaro hiela,
sin aviso, sin alerta,
apartando el manto
de tanto desvarió,
no quiero pensarlo,
me sobra el impulso
prefiero obviarlo,
asi no me hiere
asi no me hastió.
Sugieren las sombras
que muera de espanto,
me niego y no quiero,
rompo con mi llanto,
con ese tiempo, tiempo,
que estaba alejado,
pero son las hojas
del otoño ajado,
las que se presentan
para destrozarlo.
Olvide a mis victimas
no se de sus rostros,
¿porque me persiguen?
solo fui un mandado,
cumplí con la orden
era mí deber,
de quitar las vidas
sin saber porque.
Ahora muero lento
me muero y lo siento,
les pido perdón
aunque sea yermo,
perdón os suplico
si no moriré,
ardiendo en suplicio,
en mi infierno fiel.

ELLOS ORDENABAN, PERO NO MATABAN
MARIA L. BENEDICTO GIL