El viejo carbonero.

El viejo carbonero.

El santo y seña, al burro le murmura
y al carro, hizo volar aquel (Platero)
agradecido el viejo carbonero
sus rebuznos, atiende con premura.

Polvo y sudores tiñen su blancura,
destacando sus ojos de lucero
las arrugas grabadas a puntero
que en su tez, parpadean con ternura.

Son retazos de infancia ya alejada
son recuerdos que acuden a mi mente
de una persona amable y respetada.

Que a su rucio bañaba dulcemente
dejando esa ancha tripa relajada
y su afelpado pelo, reluciente.

Amadeo. Pensando en Juan Ramón Jiménez.

 

Buen soneto, Amadeo. Muy a propósito también del centenario de «Platero y Yo», una de las más grandes narraciones líricas que se hayan escrito en lengua castellana y que, aun cuando está escrita en prosa, remonta las más altas cumbres poéticas. Agradezco como lector el gesto de homenajear a este gran poeta con tan merecido soneto. Los detalles, que los tiene, están en la cita de la publicación, arriba de este comentario.
Un abrazo infinito y felices fiestas.

 

Hola Elhi: Muy agradecido por tu lectura, comentarios y observaciones
que creo que ya he corregido y de paso he cambiado algunas palabras
que a mi entender dan más fluidez al soneto. Un efusivo abrazo navideño. Amadeo.

 

Carboneros en las sierras de Jaén; ¡Cuántas historias he oído, y con gusto, sobre ese trabajo y el hecho de vivir en el monte!, en chozos y talando y atendiendo las carboneras. Después, con las bestias, a vender el producto a la civilización.
Encantado con el soneto, Amadeo, y un placer este encuentro.

 

Hola Alonso: Conozco esos carboneros por referencias; pero mi Carbonero,
repartía lignitos con su carro a los trabajadores de aquel Barrio minero de la
provincia de Teruel: Siempre recuerdo aquella oscura cara que dejaba ver
sus ojos azules y aquellas rayas blancas que sus arrugas profundas escondían.
Gracias por tu visita y Felices Fiestas. Un abrazo. Amadeo.