El vigía de Occidente

Todos los días el mundo intenta vendernos una frivolidad nueva.
El progreso avanza,
¿pero por sobre quienes?

Desperté del sueño sobresaltado ayer.
Vi el rostro desencajado de un niño al que le roban el futuro,
Y en sus pupilas húmedas las siluetas de aquellos malechores.

Estruendosas risotadas y ecos de botas,
Ciudades enteras destruídas.
Mentira tras mentira, van matando.
Y saqueando,
mentira tras mentira.

Humanos pedazos,
¿cuántas vidas habrán salido de esa cadera?
¿cuántos cosas habrán moldeado esos dedos mutilados?
Alguien que grita, buscando a su madre,
Otro que grita porque ha encontrado frío a su hermano.

Los soldados, librados ya, de la búsqueda de arsenales invisibles,
vigilan que el negocio sea negocio.
Escondidos entre dientes y caparazones.

Explota la gente sin saber ni quien los mata.
Los diarios los numeran como a cabezas de ganado.
Fluyen y fluyen los millones.
El general y el banquero se abrazaban en la letrina.
Mientras las Naciones Unidas miran para otro lado.

Del pozo brota el oro negro,
El azúcar crece en los cañaverales del tirano.
La droga llega a las manos correctas que la fraccionan y la venden.
Los panes se guardan lejos, como armas.
Las armas se venden como panes.
Los bolsillos se llenan, los acuerdos se firman.
Todo arreglado.

Gira y gira la rueda de la fortuna,
y siempre va para el mismo lado.
Gira y gira la ruleta rusa,
Y le toca al que le toca.

Desperté del sueño sobresaltado ayer,
por estruendosas risotadas
Había en la penumbra llorando un niño
al que unos monstruos le robaban el futuro.
Lo miré mejor,
ví reflejados unos rostros en su pupila mojada.
Presurosos se alejaron dándose palmadas.
Malditos.
Los ladrones eramos nosotros...

(2006)