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El volcán

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Cris Cam, 25 de Febrero de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 636

  1. Cris Cam

    Cris Cam Poeta adicto al portal

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    Hombre
    El volcán

    Existen testimonios que hacen suponer que la historia que vamos a relatar es verídica. Pero debido a que sucedió antes de la llegada de aquella forma de vida que se autodenominó hombre, no hay suficientes elementos registrables. Sin embargo, por razones que ignoramos, algunos pocos hombres, en especial aquellos que trepaban los montes, disfrutaban las sombras, veneraban los rios, recibieron este mensaje y trataron de plasmarlo en mensaje escrito. Tuvimos que realizar una larga investigación, luego de la cual todos los indicios y registros científicos nos arrojaron la imposibilidad de los acontecimientos. En efecto no hay evidencias históricas, arqueológicas, ni geológicas, pero como no es la primera vez que esto pasa, tratamos de armar una cronología de los acontecimientos.

    Empezaremos por el final. Es sabido que desde que el hombre fue hombre sus llanuras cambiaron numerosamente de dueños y nombres, aunque no es justo sólo nombrar a aquella raza extinta que se llamaban a si mismos especie dominante , sin embargo fue durante su despliegue en que las antiguas profecias se cumplieron y condujeron a su ruina. No entendemos porque estos antiguos tenian la costumbre de llamar las mismas cosas por distintos nombres, y porque se negaban unos a otros la existencia de sus respectivos dioses. Nosotros para no entrar en conflicto con los exegetas, nombrando lo innombrable u omitiendo lo necesario de invocación. Daremos nombres técnicos y funcionales, a los dioses que intervinieron en esta escaramuza, creemos con sobradas razones que ellos no se enfadaran con nosotros. Conservaremos los nombres academicos de ciertas cosas luego que ya han sido aceptadas, con gusto o no, por todos.

    En primer lugar. Bien es sabido que los dioses le otorgaron al puma una inteligencia superior y fue por largas generaciones quien guardó el secreto, no necesitó en modo alguno ejercer su soberbia, pues bien sabía que al no estar dotado del habla lo que los dioses le revelaban cesaba en el mismo momento de su muerte. Ni siquiera la imponente raza de los saurios pudo, a pesar de saberlo, transmitir a sus hijos la enseñanza y por lo tanto la advertencia. Vanos fueron sus intentos de registrar la advertencia de los dioses, que estaban convencidos eran destinatarios, por ser especie dominante, esa misma luz, esa precisamente y no otra, fue la causa del primer exterminio, los saurios creyendose invencibles, de dominar las leyes de la naturaleza y ser los artifices del bien y el mal, fueron exterminados por el dios dispensador de la vida en el cosmos, los convertiré en aceite dijo y les envió una piedra desde el confin de la galaxia. Esta piedra chocó en el pecho pletorico de la tierra madre y borbotones de leche caliza saltaron al cielo, ennegrecieron las nubes y ocultaron el sol. Se secaron las hojas y pereció la raza en masa.

    Así durante tanto tiempo, como decíamos, fue el puma quien guardó el secreto y nunca se atrevió a desafiar el poder del tiempo. También el cóndor lo sabe. Ellos fueron los únicos que pudieron escapar del cataclismo. Pero nunca se lo pudieron contar a sus hijos, en cuanto lo hicieran el anillo que llevan en el cuello se cerraría y perecerian. Pero dejemos a un lado las explicaciones científicas y vayamos a los hechos.

    Sabido es por todos que la tierra alumbró a la luna, que su panza fue Pangeia y el ombligo esta oculto por las nieves del polo sur. El dios cielo y la luna, a su vez tuvieron dos hijos una niña y un niño, que vivieron durante un tiempo con su madre, pero la niña era aficionada al canto, y como es sabido que la luna es sorda creia que su hija era tonta, por lo que mandó a ambos a vivir con su abuela. La niña con su canto creó la armonia sobre la tierra, cada vez que el dios de la vida lanzaba un destello por el vacío ella levantaba la mano, lo tomaba y lo convertía en vida. Su hermano en cambio era travieso y sólo gozaba haciendola renegar, a cada especie que su hermana creaba el le creaba un enemigo, aunque es muy dificil de determinar quien creó una u otra, dado el escaso sentido estético, moral y práctico del hombre. Tal el caso, por ejemplo, de las serpientes que fueron creadas por la niña y los delfines creados por el muchacho.

    A la niña le gustaba jugar con el agua y las llanuras y al muchacho con la tierra escarpada y los vientos. Así una tarde de enojos y pelea ella creó los lagos, Michigan y Ontario, y el otro el Himalaya , ella dibujó el Nilo y el Esculpió el Aconcagua. Ella la bahia de Bengala y el los monzones.

    Una mañana en que ella se regocijaba creando vida en la Amazonia, el muchacho cansado de pergueñar montañas hacia el norte, le orinó la falda dando origen al Marañon (y no otro rio que queda más al norte y no tiene nada que ver con esta historia). Enojada ella le tiró con lo que tenía en la mano, pero el se agachó y cayó en el mar en forma de pequeñas rocas, dando origen a la micronesia. Esa tarde el, tan solo por travieso, creó el humo. El humo de los volcanes, de los bosque incendiados, de las llanuras arrasadas por la lava y fue lo último que hizo antes que su hermana clamara a su madre. La luna quiso mediar, pero como siempre pasa con los hijos adolescentes, mas se encresparon. El se llevó el volcán que recién había inventado bloqueando la desembocadura de un río, protestando y gimiendo, prometiendo que el humo y el veneno volverían con una estirpe desendiente de las hormigas. Ella ufana no le contestó y terminó su río, fabricó deltas y otro río ancho muy ancho donde el volcán estaba, soplando aire puro sobre sus valles.

    La madre cansada de caprichos los convirtió en huracanes y maremotos, de modo que cuando más se enojasen menos la verían. El cielo padre condescendiente conservó la vida, la vida de los cataclismos y la vida autoreplicante.

    Así pasó otro día, al decir del padre cielo, sucumbieron las creaciones y mutaron las especies, hasta que la profecía se cumplió. Una estirpe de mirmidones, no contenta de poseerse a si misma y su colonia, avanzaría sobre otras colonias. Una estirpe guerrera que no conforme con ser especie dominante, conduciría a la destrucción de las castas inferiores y finalmente sometería la naturaleza en su autodestrucción. Una estirpe que traería fuego a sus propios hormigueros. Revocaría la grasa de los dinosaurios, guardaría en huecos de tierra la energía del padre cielo, y a modo de humo, respiraría veneno y caminaría sobre aceite fósil.

    Esto es, amigos, lo que rescatamos de las piedras, el porque el hombre amigo de guerras como la hormiga, celebra hecatombes a dioses negros, somete generación tras generación a sus hijos, que nacen cada vez más débiles y más ignorantes. Por eso le otorgaron el habla y la escritura, pues es incapaz de retener al sol de la mañana.

    Pero por suerte eso ya no será más. Todas sus murallas yacen bajo las lluvias muriáticas, desatadas por las almas de los saurios.
     
    #1

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