El zoológico

Un día aconteció algo simpático;
me llevé a mis hijos al zoológico,
tendrían tres y cuatro años. Cómico
resultó lo que allí pasó. Apático

caminé al lado de la jaula de aves
¡y sorpresa! cuando un loro dijo: ¡hola!.
Lo recuerdo como film en moviola;
como recuerda el náufrago las naves.

Los niños asidos a los barrotes
gritaban en graciosa algarabía,
como quién; pletórico de alegría
descubre que ha ganado muchos lotes

o ha visto nuevamente a un viejo amigo:
-¡Hola señor Loro!, ¡hola!, ¿cómo está?.
-Señor Loro, lorito, ¡este es mi papá!
le profesaban al loro; su amigo,
los infantes, su sacrosanta verdad
(¡Me dieron mis hijos tal felicidad!)

-¡Mi papá, jejejejeje mi papá!

Un padre orgulloso de sus dos hijos
y más orgulloso de ser su papá,
recuerda con nostalgia los alijos
de aquel día que ya nunca volverá.













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Esta poesìa no tiene nada de còmico.....o talvès si?
Es una nostalgia enorme , de una ternura que envuelve, es definitivamente de AMOR.
Espero que esos hijos sean agradecidos y asì como el padre estuvo orgulloso de ellos, sea recìproco.
Te abrazo, con el abrazo de hija eterna y agradecida de ese amor bonito que disfrute en mì infancia y que hoy me trajiste.
Te leo

 

ENTRE RISAS Y NOSTALGIAS SE DESENVUELVE ESTA TIERNA Y BELLA POESÍA, PLACER HABERTE LEIDO.
BESITOS Y ESTRELLAS

 

Gracias par de musas, para gente como ustedes, llenas de sensibilidad es que escribo, abajo los corazones endurecidos, y ¡arriba los de melcocha!.
Besos achocolatados para ambas.

 

Hermoso poema has formado de tan especial anecdota,recuerdos que siempre permaneceran en nuestra mente y que siempre sacaran una sonriza hermosa al recordarlos, me gusto mucho felipe, sigue escribiendo estas maravillas que nos alegran el dia, abrazos y besos desde Panama
ciel:::hug:::

 

Tan cerca y tan lejos paisana de la Gran Colombia.
Besos efervescentes.

 

Es totalmente recíproco, te lo aseguro.
Besos y abrazos.

 

Es una manífica remembranza del tiempo ido, en el que fuimos felices con las cosas más normales. A veces nos perdemos la sonrisa de los hijos, y cuando crezcan ya no sonreirán igual. Afortunado tú que has podido recoger el instante en la memoria y convertirlo en un hermoso poema, que por cierto nada tiene de cómico.
Un abrazo.

 

Ah si los hubieras visto gritarle a los loros, como si entendieran, eso sí que fue cómico.
La inocencia de los niños es lo que más me conmueve de ellos.
Gracias por participar y por tu hermoso comentario.
Abrazos infinitos.