Elegía a Plotino

Elegía a Plotino

No soy el que con reminiscencias se embriaga,
Con invocaciones estoicas de los ariscos momentos,
Quien revive el día de discordia entre carne y plaga,
El que cavila ahogando luz en claroscuro lamento.

Pero caminando por las calles las encuentro solas,
Repeticiones de las noches que nos dan descuido,
Es el capitel y la corona de las deliberadas cosas,
Remedo de mil memorias en el que estoy reunido.

Y la eternidad que nos ignora sin remota angustia,
Con aquella aflicción llorosa del amor partido,
Envolviéndonos al mismo tiempo con dolor y hostia,
Desdeñando a los que tienen sueños, por los desvalidos.

Alcanza mis manos, tú, Tiempo tonto que nos inventas cosas,
Nos vuelves viejos para volvernos débiles y comernos vivos,
Transcurres lleno por tus propias olas cual Poseidón que goza,
Vives en gloria porque no hay reloj nuestro, que no sea tu amigo.

Consumes nuestras sonrisas, nuestras angustias, nuestros suspiros,
Eres sonido que resuena en nuestra memoria y en el largo olvido,
Das honra a nuestra premura, protervas historias, a los mil martirios,
Vives hoy porque nada adoras, odias sin temor y temes sin sentido.

Visiones tengo de las hamadríadas en la creación y para ti no hay sitio,
No comparto la certeza de que sin ti no hay nada, de que sin ti no vivo,
De la creación eres la quimera, sólo la mancilla, sólo un mal prodigo,
Y sin embargo sin ti no sería la obra, ni sería la noche, no serían los nichos.

Pero entiende tú que si se acaba Lorca, que si se esfuma Ovidio,
No eres ya otra cosa, más que la sustancia enferma de los indecisos,
Terminarás con toda conciencia, con toda presencia, con todo delirio,
Apagarás el corazón del soma, el haz de las formas, y se detendrán tus ríos.