Eliseo Diego

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Eliseo Diego (1920-1994). Poeta cubano nacido el 2 de julio de 1920 en La Habana. Su padre era asturiano y su madre cubana. Siendo niño viajó con ellos a Francia y Suiza, lo que sería fundamental para su formación poética. Escritor precoz, escribió sus primeros cuentos antes de los diez años.
Graduado en la Universidad de La Habana en Pedagogía, impartió clases de Literatura Inglesa y Norteamericana en la Casa de las Américas.

Eliseo Diego fue uno de los poetas más importantes del grupo de escritores capitaneado por Lezama Lima y fraguado en torno a las revistas Espuela de Plata (1939-1941), Clavileño (1942-1943), Nadie Parecía (1942-1944) y Orígenes (1944-1956), de la que fue fundador junto a Lezama Lima y Cintio Vitier.
Aunque comenzó escribiendo narrativa, fue en la lírica donde Diego descolló. Su poesía, siempre entintada de relatos oníricos que se entremezclan con la realidad y tratando temas como la trascendencia a pesar de la muerte o la soledad, es un desafío de palabra a lo efímero de la vida.

Publicó su primer libro en 1942 bajo el título "En las oscuras manos del olvido".
En 1986 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura de Cuba y en 1988 y 1989 el de la Crítica. En el año 1992 recibió uno de los galardones más importantes de la lengua hispana: el Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Juan Rulfo”.

Entre sus libros publicados figuran: Calzada de Jesús del Monte (1949), El oscuro esplendor (1966), Versiones (1970), Inventario de asombros (1982), Soñar despierto (1988), Libro de quizás y de quién sabe (1989), destacándose también en la escritura de cuentos y el ensayos.

Eliseo Diego falleció el 1 de marzo de 1994, en la ciudad de México.

Es considerado uno de los más grandes poetas de Latinoamérica.


Datos biográficos extraídos de: https://www.escritores.org/biografias/67-eliseo-diego

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CANCIÓN PARA TODAS LAS QUE ERES


No solo el hoy fragante de tus ojos amo
sino a la niña oculta que allá dentro
mira la vastedad del mundo con redondo azoro,
y amo a la extraña gris que me recuerda
en un rincón del tiempo que el invierno ampara.
La multitud de ti, la fuga de tus horas,
amo tus mil imágenes en vuelo
como un bando de pájaros salvajes.
No solo tu domingo breve de delicias
sino también un viernes trágico, quien sabe,
y un sábado de triunfos y de glorias
que no veré yo nunca, pero alabo.
Niña y muchacha y joven ya mujer, tu todas, colman mi corazón,
y en paz las amo.

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CALMA


Este silencio,
blanco, ilimitado,
este silencio
del mar tranquilo, inmóvil,

que de pronto
rompen los leves caracoles
por un impulso de la brisa,

Se extiende acaso
de la tarde a la noche, se remansa
tal vez por la arenilla
de fuego,

la infinita
playa desierta,
de manera

que no acaba,
quizás,
este silencio,

nunca?

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EN LO ALTO


Un pájaro en lo alto,
en lo más fino
del árbol alto,
un tomeguín
nervioso, breve, tan liviano

como un soplo de luz,
está cantando
su propia levedad,
la maravilla
de su increíble ser

su pura vida
minúscula, perfecta, iluminada.

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