Ella era la otra orilla

Desde luego no era una
versión edulcorada de Disney,

emulando al dedo divino de Dios,
aquello que tocaba le daba vida,

me gustaba porque se parecía a mi,
pero con extra de maldad,

en esa hora en la que el sol cae,
la hora entre el perro y el lobo,
ella siempre volvía a la hoguera

se pasaba la vida engañándose a si misma,
al borde del abismo,

diciéndose a si misma, que no se encontraba allí, en ese mismo borde,

que sólo se trataba de algo temporal,
por sus deseos,
por sus designios,
por todas esas cosas materiales
que le permitían rozar
los placeres más hedonistas,

mientras tanto de lo único que estaba seguro, es de que
Dios deseaba que yo siguiera bailando
ese Rock And Roll con ella.

 

Excelente poema Amigo Touching God, me encantó la parte en que ella se decía que no se encontraba ahí, un gusto volver a leerte. Saludos.

 

Hermosas letras.
Un placer leerte