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Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por mati0313, 28 de Febrero de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 432

  1. mati0313

    mati0313 Poeta recién llegado

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    Domingo por la tarde caminaban en la ciudad despejada de hombres de negocios, entonces tranquila y donde quedan los vagos, los perros y los despojos.

    Caminaban por que de ellos era la ciudad, sus 17 años los invitaban a incurrir en todo. Todo lo que no se ve desde un auto o con una corbata en el cuello o quizás sí.

    Las esquinas sórdidas con sus semáforos que dejaban ver su inutilidad, tal cual el hombre sin su mostrador.

    Y eran dos, no iban de la mano por ser libres pero se querían de manera exultante, les encantaba bajar después de 15 0 20 pasos el cordón dar 3 0 4 pasos en la calle y subir rápidamente a la vereda imaginado el copioso tránsito, creo.

    Se detuvo Juan y se agacho entre tanto Mariana miraba 15 metros para arriba, la gota que se desprendía de un aire acondicionado. Se parecían a la escultura en bronce que estaba metros más adelante, se detuvo todo por un momento como el frio metal.

    Raudas las manos trataron de secar y confortar el dolor en la vista de Juan y Mariana solo se secó la frente.

    No veo Mariana

    Marianaaaaaaaaaaaaa

    Que pasa amor, con un tono de voz descolocado, nadie, ni sus parientes podrían descifrar su voz.

    Tembloroso, oscuro, impaciente, errático.

    Dice nuestros nombres completos y no veo nada más. Me asusta. Dijo Juan.

    Silencio………………….. las palomas no arrullaban, las cucarachas no caminaban, las ratas dejaron de romper bolsas de basura, los perros no se rascaron más, el absoluto silencio rompió el tiempo,

    Tiempo que en un lunes o jueves nadie vería. Pero eran solo 2 y todo fue por 2, pares de perros, pares de semáforos, pares de ventanas, pares de baldosas, pares de botellas rotas.

    Todos pares, pares y pares.

    Juan se levantó, abrazo a Mariana de tal forma que todo volvió a la vida, le dio un inmenso beso, de esos besos donde el cielo trae nubes, saco un cigarrillo del bolsillo trasero del pantalón.

    Se creyó tener la última opción.

    Mariana le desbarato su posición con una tremenda y acústica cachetada.

    Y luego de mirarse en donde las ratas rompían las bolsas para comer, los perros se rascaban su sarna, las cucarachas buscaban donde existir y las palomas arrullaban.

    Siguieron caminado sin darse la mano.
     
    #1
    Última modificación: 1 de Marzo de 2016
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Me ha gustado este relato con todo lo que conlleva esa juventud que estalla sin llegar a ser aún maliciosa.

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    #2

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